Ante la llegada de miles de migrantes, el Episcopado norteamericano reclama desplegar infraestructura para brindar la ayuda humanitaria necesaria
El Comité sobre Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) pidió al gobierno atender la crisis migratoria en la frontera con México; y es que el fin de semana se supo del cruce, por el bajo caudal del Río Bravo, de un millar de migrantes procedentes de Nicaragua, Haití, Perú y Venezuela.
Estas personas llegaron a Ciudad Juárez (México), y a El Paso (Estados Unidos), donde se entregaron a la Patrulla Fronteriza para solicitar asilo en Estados Unidos, puesto que el 21 de diciembre se estarán cancelando las deportaciones por el Título 42, que impide la entrada a ese país por razones sanitarias como la pandemia.
Es en ese contexto que el presidente del Comité Episcopal de Migración de la USCCB, el obispo de El Paso, Mark J. Seitz, aseveró que cuando se habla del tema de la inmigración, “estamos abordando fundamentalmente el movimiento de las personas: personas humanas creadas a imagen y semejanza de Dios, cada una de ellas un hermano o hermana para todos nosotros”.
Desafortunadamente -dijo el obispo Seitz- “esta verdad a menudo es oscurecida por la retórica política, el alarmismo y la hipérbole. Nuestra Señora de Guadalupe nos señala hacia un mejor camino, uno que en última instancia conduce a la reconciliación”.
Seitz aseguró que “los obispos de los Estados Unidos continúan afirmando el derecho natural a la migración, equilibrado con el derecho soberano de los países a mantener sus fronteras, así como sus obligaciones de proporcionar procesos humanos para los recién llegados”.
Para el obispo, “el tiempo, los recursos y la voluntad política se gastan mejor haciendo mejoras estructurales en nuestro sistema de inmigración roto. En un momento en el que estamos siendo testigos de la llegada de un mayor número de familias e individuos a nuestra frontera con México, hacemos un llamado a las autoridades federales para que levanten la infraestructura crítica para satisfacer sus necesidades humanitarias”.
De manera especial -sostuvo Seitz- “durante esta temporada de Adviento, estos recién llegados son signos visibles de Cristo entre nosotros. Reunámonos en este momento no con políticas de exclusión e indiferencia, sino con un espíritu de compasión y generosidad. Prometemos nuestro apoyo y cooperación para hacer frente a estos desafíos”.
Finalmente, hizo un llamado, tanto a los católicos como a las personas de fe, a rezar “para que a través de la sesión de Nuestra Señora de Guadalupe podamos consolar a aquellos obligados a abandonar sus hogares, y que Nuestra Señora sea una guía para todos aquellos que se les confía la responsabilidad de liderazgo”.