Con algo más de 6.000 voluntarios, Manos Unidas es, desde que naciera hace 63 años, una de las entidades referentes al servicio de los más vulnerables en los países del Sur. Pepe Valero, su vicepresidente y nuevo responsable del Área de Personas, es consciente de que, en este sentido, vivimos en un contexto de transición, en el que “los cambios, más que rápidos, son supersónicos”. Por ello, desde Manos Unidas están afrontando “un profundo proceso de reflexión” para atraer a más voluntarios, “especialmente jóvenes”.
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PREGUNTA.- A nivel general, ¿percibe que se está transformando el voluntariado?
RESPUESTA.- Vivimos un tiempo de cambio y encrucijada. En la mayoría de ONG’s, la edad media de los voluntarios es alta. Por ello, hemos de reflexionar y concretar planes para ser atractivos también para los jóvenes. Y no solo para que vengan, sino para que permanezcan, adaptándonos a sus ritmos vitales. Muchos tendrán hoy situaciones complicadas, por trabajo, estudios o por falta de tiempo, pero, cuando se asienten, deben ir aterrizando significativamente en las ONG’s. Para ello, hemos de saber acogerlos y darles responsabilidades. Poco a poco, tiene que haber en nuestro seno una convivencia intergeneracional.
Como antes de la pandemia
P.- ¿Cuál es la evolución en los últimos años en Manos Unidas, pandemia incluida?
R.- Con la pandemia hubo un mínimo retroceso, pero hoy estamos en los niveles de antes. Cerramos 2021 con 6.150 voluntarios y este año nos hemos mantenido en esa línea. También se va recuperando el ritmo de la presencialidad, muy importante para nosotros, habiendo mucha gente que participa entre dos y tres días a la semana y algunos otros que están cada día. Eso sí, de la pandemia nos queda de positivo el que se dio un paso en la línea de las reuniones y del trabajo de forma telemática, lo que facilitó mucho nuestra tarea y, a día de hoy, muchos lo siguen manteniendo cuando viene mejor, siendo más fácil así compaginar este servicio con su vida personal.
P.- ¿Qué perfiles de voluntarios hay en Manos Unidas y cuál es la identidad que define a todos sus miembros?
R.- El 52% de nuestros voluntarios están entre los 40 y los 70 años. Es una edad en la que la actividad se puede mantener a pleno ritmo. Eso sí, somos conscientes de que el semáforo está en naranja intermitente, pues necesitamos que vengan más jóvenes. Y es que los que tienen menos de 30 años suponen el 2-3% de nuestro voluntariado.
En cuanto a nuestra identidad, un dato muy significativo es que el 83% de nuestros voluntarios son mujeres. Algo en buena parte lógico y que deriva de nuestra historia, pues Manos Unidas surgió de un grupo de mujeres de Acción Católica que, hace 63 años, oyendo el llamamiento que hizo la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC), en una situación de gran hambruna, declararon la guerra contra el hambre y se prometieron que su acción no cesaría hasta que ya no hubiese más pobreza en el mundo. De esa bendita utopía nació lo que fue Manos Unidas, convirtiéndose con el tiempo en una asociaciación de fieles ya independiente de Acción Católica, pero siempre con una gran relación de amistad hacia ella. Esas mujeres fueron abriendo delegaciones por toda España, llegando hasta las 72 actuales, y es lógico que todas ellas nacieran impulsadas por otras mujeres de su confianza. Más de seis décadas después, mantenemos intacta esa declaración de guerra contra el hambre. Siempre, en un compromiso encarnado en el Evangelio.
Distintos perfiles
P.- ¿Cómo adaptan su propuesta para que ciertos perfiles, especialmente los más jóvenes o las familias con hijos, puedan seguir ayudando?
R.- Este verano hemos celebrado un Campamento Intergeneracional en Becerril de la Sierra, en Madrid. Hubo un diálogo muy fructífero entre voluntarios de todas las edades y sus conclusiones fueron asumidas por la dirección, apostando por abrir un camino para atraer a más jóvenes. La línea ha de ser fomentar para ellos itinerarios de formación y espacios de liderazgo y responsabilidad. También hemos de promover el sentido de pertenencia y la corresponsabilidad. Queremos con nosotros jóvenes identificados y comprometidos.
P.- Un camino que, lejos de la retórica, tratan de concretar ya en la práctica…
R.- En la última Asamblea Extraordinaria, que hemos celebrado los días 5 y 6 de noviembre, hemos aprobado el Plan Estratégico para el quinquenio 2023-2027, cuyos objetivos se irán comprobando año a año y en que destaca con fuerza la necesidad de contar con más jóvenes. Además, ha nacido una nueva estructura, el Área de Personas. Esta engloba a los departamentos de Voluntariado y Recursos Humanos (solo contamos con 145 trabajadores) y añade otro que también es de nueva creación, el de Miembros.
Puede ser voluntario o trabajador nuestro cualquiera que quiera implicarse por los demás y conozca nuestra identidad, sabiendo que somos una entidad de la Iglesia. En cambio, la condición de miembro va un paso más allá y, entre otras cosas, se pide que sean católicos, que lleven un año con nosotros y que cumplan con otros requisitos ligados a nuestra identidad. La idea es que sea una figura que conviva con ambas estructuras, pudiendo ser miembro un voluntario o un trabajador, ahondando aún más en lo que somos.
Además, trabajaremos en la sistematización para la búsqueda de posibles perfiles de voluntarios, informatizaremos los datos, reforzaremos la formación, otorgaremos más recursos y personas a esta necesidad y colaboraremos con otras áreas. Todo con el fin de poder abrirnos a posibles nuevos voluntarios.
Foto: Jesús G. Feria/VN