“La verdad es que el arte contemporáneo enriquece mucho la imagen de María”, afirma Pilar Gordillo, al frente de la delegación diocesana de Fe y Cultura de la Archidiócesis de Toledo y comisaria de ‘Ella. María en el arte contemporáneo’, la exposición que acaba de inaugurar O_LUMEN, el espacio para las artes y la palabra de los dominicos en Madrid.
Basta mirar alrededor: Antonio Oteiza y Vicente Molina Pacheco, Javier Viver con Javier Martínez Pérez y Pablo Redondo. Ana de Alvear y su retablo Hágase en mí según tu palabra. Sí, es posible desde lenguajes absolutamente modernos y contemporáneos mostrar todavía a la Virgen –la mujer más representada en la historia del arte– con originalidad.
Una veintena de artistas españoles y contemporáneos han querido aceptar la propuesta de la comisaria de pintar a la Virgen y lo que representa para cada uno de ellos. “Hay artistas que no tienen fe, pero que la plasman porque realmente la imagen de María es muy seductora –prosigue Gordillo–. Primero, porque es una mujer, luego porque es bellísima. En ese camino de búsqueda de la belleza, encuentran también la belleza interior”.
Entre los pintores, escultores y fotógrafos hay nombres reconocidísimos, abanderados del arte sacro actual, también otros pujantes y renovadores. “Hay religiosos, otros son laicos y algunos no son creyentes, o están en búsqueda o se declaran claramente ateos –enumera la comisaria–. Buscamos la calidad artística, y creemos que esta exposición es también un atrio de los gentiles, un diálogo con personas creadoras que están buscando un arte que tiene sentido trascendente, y que encima han dicho que sí, que me interesa la Virgen, su figura, su persona, porque tiene mucho contenido, porque tiene todavía mucho que decir”.
Abrazan, por supuesto, estilos muy diversos. “Hay algunos que son figurativos, que idealizan como si fueran neorrenacentistas, hay otros que deconstruyen y son mucho más plásticos, como expresionistas. Hay otros que buscan una belleza ideal en torno a la mujer de hoy, incluso parecen top models”, repasa la comisaria. “Hay una variedad muy rica y, ciertamente, en muchas de estas obras, habita la unción, la sacralidad –prosigue–. Esa Virgen que está rezando, que está llena de Dios, que es santa y se nota. No es solo una imagen de una mujer en la calle”.
Realmente, Ella viene a ser como un díptico: la Virgen de la esperanza y la Virgen Madre, ya con el Niño nacido. Las tres versiones de La Anunciación (2016), de Antonio Oteiza, o la futurista Inmaculada (2019), de Carlos Galván y Dalila del Valle, apuntan a esa Virgen en estado de expectación. “Es ideal este tiempo de Adviento para visitar la exposición, porque es bellísimo ver a la Virgen embarazada, porque, además, la mujer embarazada es cuando más bella está”, declara. Es la Virgen de la Esperanza (2021), de Matilde Olivera, o también Nuestra Señora de Hakuna (2019), de Javier Viver. “En esta escultura la Virgen se está acariciando el vientre, el seno materno, está acariciándolo, está mostrándolo dentro”, manifiesta.
Es maternidad, es amor y es fortaleza. Es la Mujer con recién nacido (2020), de la fotógrafa Valeria Cassina, o la Virgen con el niño –también de 2020– que pinta Carolina Espejo. Esa Maternidad (2022), en marmolina de Javier Martínez Pérez, o Leiza, la virgen africana (2022), lienzo de Amalia Parra, incluso la María madre de la Iglesia, poliéster con pátina broncínea que creó el dominico Alfonso Salas en 1986, obra que la representa navegando sobre una barca ofreciendo a su Hijo al resto de la humanidad.