El papa Francisco ha recibido hoy en audiencia a los responsables y delegados de la Conferencia General Italiana del Trabajo, y no ha desaprovechado la ocasión para expresar una de sus grandes preocupaciones en este ámbito: la posición de la mujer en el mundo laboral.
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“La cultura del derroche se ha colado en los pliegues de las relaciones económicas y también ha invadido el mundo del trabajo”, ha afirmado el Papa, señalando, así, que esto “se puede ver, por ejemplo, cuando la dignidad humana es pisoteada por la discriminación de género”. “¿Por qué una mujer debería ganar menos que un hombre? ¿Por qué una mujer, en cuanto se ve que empieza a ‘engordar’, se la despide para no pagar la baja por maternidad?”, ha preguntado Francisco.
Asimismo, ha señalado que esta “cultura del derroche” se puede ver en la precariedad juvenil: “¿por qué las opciones de vida deben retrasarse debido a la precariedad crónica?”, así como en por qué “los trabajos más extenuantes siguen estando tan mal protegidos”. “Demasiada gente sufre por falta de trabajo o de un trabajo indigno: su rostro merece ser escuchado, merece compromiso sindical”, ha aseverado el Papa.
Centinelas del trabajo
De esta manera, Francisco ha señalado que “vivimos en una era que, a pesar del progreso tecnológico –ya veces precisamente por ese sistema perverso que se llama a sí mismo tecnocracia (cf. Laudato si’ , 106-114)– ha defraudado parcialmente las expectativas de justicia en el trabajo”, lo cual “exige sobre todo partir del valor del trabajo, como lugar de encuentro entre la vocación personal y la dimensión social”.
“El sindicato”, ha continuado, “está llamado a ser la voz de los que no tienen voz. Hay que hacer ruido para dar voz a los sin voz. En particular, les recomiendo que presten atención a los jóvenes, que a menudo se ven obligados a contratos precarios, inadecuados e incluso esclavizantes”. De hecho, el Papa ha compartido con los presentes algunas de sus inquietudes: en primer lugar, la seguridad de los trabajadores, ya que “todavía hay demasiados muertos” en los lugares de trabajo; por otro, la explotación de las personas, “como si fueran máquinas de rendimiento”.
Por todo ello, Francisco ha invitado a los sindicatos a ser “centinelas” del mundo del trabajo, “generando alianzas y no oposiciones estériles”. “La gente tiene sed de paz, especialmente en este momento histórico, y el aporte de todos es fundamental. Educar para la paz, incluso en los lugares de trabajo, a menudo marcados por conflictos, puede convertirse en un signo de esperanza para todos. Incluso para las generaciones futuras”, ha concluido.