“Muchas veces podemos tener una idea distorsionada de Dios, considerándolo como un juez hosco, severo. Al contrario, Jesús nos revela un Dios lleno de compasión y de ternura, dispuesto a sacrificarse para salir al encuentro de nosotros”. Así lo ha explicado Francisco durante su alocución en la audiencia general de los miércoles, celebrada hoy en el Aula Pablo VI.
El Papa ha continuado hoy su catequesis sobre el discernimiento. “Quien haya seguido estas catequesis hasta ahora quizás piense: ¡qué práctica tan complicada de discernir! En realidad, la vida es complicada y, si no aprendemos a leerla, corremos el riesgo de desperdiciarla, llevándola adelante con expedientes que terminan por humillarnos”, ha comenzado advirtiendo antes de entrar en materia.
Según ha remarcado el Pontífice, “el discernimiento no se hace solo”. En este sentido, hay algunas ayudas que pueden facilitar este indispensable ejercicio de la vida espiritual: la confrontación con la Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia, la relación afectiva con Jesús, y el don del Espíritu Santo.
“Un primer auxilio indispensable es la confrontación con la Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia. Nos ayudan a leer lo que se mueve en el corazón, aprendiendo a reconocer la voz de Dios y a distinguirla de otras voces, que parecen forzar nuestra atención, pero que al final nos dejan confundidos. La Biblia nos advierte que la voz de Dios resuena en la calma, en la atención, en el silencio. La voz de Dios no se impone, es discreta, respetuosa, y precisamente por eso es pacificadora. Y solo en la paz podemos entrar profundamente en nosotros mismos y reconocer los auténticos deseos que el Señor ha puesto en nuestro corazón”, ha señalado.
La relación afectiva con la Escritura lleva a vivir una relación afectiva con Jesús. “Quien permanece frente al Crucifijo siente una paz nueva, aprende a no tener miedo de Dios, porque Jesús en la cruz no asusta a nadie, es la imagen del desamparo total y al mismo tiempo del amor más pleno, capaz de enfrentando cualquier prueba por nosotros. La historia de la Pasión de Jesús es la principal vía para afrontar el mal sin dejarse abrumar por él; en ella no hay juicio ni tampoco resignación, porque está atravesada por una luz mayor, la luz de la Pascua, que nos permite ver un designio mayor en esas terribles acciones”, ha señalado.
“El don del Espíritu Santo, presente en nosotros, nos instruye, da vida a la Palabra de Dios que leemos, sugiere nuevos sentidos, abre puertas que parecían cerradas, indica caminos de vida por donde parecían solo oscuridad y confusión. El Espíritu Santo es discernimiento en la acción, presencia de Dios en nosotros”, ha agregado.
Por último, en su saludo a los peregrinos de lengua española, Jorge Mario Bergoglio ha invitado a pedir a la Virgen María y a san José esta Navidad que “nos enseñen a comprender el verdadero sentido de esta fiesta, y que nos ayuden a vivirla con paz y alegría, compartiendo lo que somos y tenemos con las personas que más lo necesitan”.
“En esta fiesta en la que Dios se hace niño, pensemos en los niños ucranianos. Cuando los encontré aquí, la mayoría no podía sonreír y cuando un niño pierde la capacidad de sonreír es grave. Estos niños soportan la tragedia de la guerra que es tan inhumana, tan dura…”, ha dicho el Papa al final de la audiencia. Y ha subrayado: “Pensemos en el pueblo ucraniano esta Navidad, sin luz, sin calefacción, sin las cosas principales para sobrevivir… Roguemos al Señor que traiga la paz lo antes posible”.