Así viven la Navidad de los franciscanos conventuales en Rusia

El custodio general, Dariusz Harasimowicz, destaca que en las celebraciones de este año “todos pediremos al Señor la paz de manera especial”

Así viven la Navidad de los franciscanos conventuales en Rusia

A pesar de las tensiones políticas y sociales, los embargos internacionales y los recelos nacionales, la comunidad católica en Rusia se prepara para vivir una nueva Navidad. En ello se empeñan en estos días los dieciséis franciscanos conventuales que forman parte de la Custodia General Rusa. Su superior, el sacerdote Dariusz Harasimowicz, es responsable de las cinco presencias en el país, en las ciudades de Moscú, San Petersburgo, Astrakán, Kaluga y Cherniajovsk –a las que hay que sumar la comunidad de Kazajistán–.



Oración por la paz

Harasimowicz, con todas las prudencias que requiere la situación, señala la intensa preparación que se hace en estos días en las parroquias confiadas a la Orden. Explica que todos los religiosos están implicados en parroquias Kaluga, a 180 km. de Moscú, en Astrakán –ciudad del sur de Rusia– y en una pequeña ciudad como es Cherniajovsk, cerca Kaliningrado. “Los preparativos para la Navidad son bastante similares respecto a otros lugares, si bien lo distintivo de este año, el año de la guerra en Ucrania, es que hemos hecho una oración especial cada día del adviento por la paz”, relata a Vida Nueva.

Además, añade, “en Moscú está en marcha una campaña de ayuda a los más necesitados: ‘Kilos con amor’ en la gente trae alimentos, que luego se transportarán a los necesitados de Kaluga, donde tenemos otra parroquia”. “Los hermanos pasarán la Navidad con los fieles en las parroquias, en la atención pastoral”, señala. En esta ocasión, comenta, en la parroquia de San Petersburgo acogerán a los católicos de otra parroquia en obras y desde la comunidad Astracán, “los frailes viajan 350 km a otra parroquia en Elista, porque allí no hay sacerdote permanente”, destaca. En medio de las tensiones, “todos pediremos al Señor la paz de manera especial”, ya que el Hijo de Dios, desde su nacimiento “estaba destinado a enriquecer a la familia humana con los dones de Dios, no a empobrecerla, no a iniciar conflictos”.

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