La diácona metodista aborda a María desde el protestantismo
La posición de las Iglesias protestantes sobre la Madre de Jesús es bien conocida: Una figura femenina extraordinaria, “cuya grandeza corre el riesgo de ser empobrecida, en lugar de realzada, por los dogmas y por la devoción popular”. Para estas confesiones la única referencia sobre María son la Biblia y el Nuevo Testamento. Hablamos de ello con la moderadora de la Mesa Valdense, Alessandra Trotta, abogada de Palermo y diácono. Es la segunda mujer en este cargo y una de las tres (con otras dos pastoras) entre los siete miembros del órgano de gobierno nacional de la Iglesia Evangélica Valdense-Unión de Iglesias metodistas y valdenses. También las representa en las relaciones con el Estado.
PREGUNTA.- Moderadora Trotta, ¿quién es María para el protestantismo?
RESPUESTA.- La Iglesia Valdense, así como las Iglesias que adhirieron a la reforma protestante del siglo XVI, es la Iglesia del Sola Scriptura. Para nosotros María es solo lo que las Escrituras dicen de ella. Lo que se ha construido fuera de las Escrituras nos resulta ajeno porque podría provocar una desviación e incluso traicionar una figura cuyo valor reside precisamente en lo que las Escrituras dicen de ella.
P.- ¿Nos puede describir algún pasaje del Evangelio en el que según usted María aparece en su grandeza?
R.- En primer lugar, el Magníficat (Lc 1, 46 ss), pasaje maravilloso, poético y revelador. María se presenta como la sierva en cuya pequeñez el Señor ha puesto su mirada para realizar su obra de misericordia, haciendo explícita la conciencia de haber sido elegida, no en virtud de un mérito particular o de una pureza específica. Esto sucede muchas veces en la Biblia: el Señor elige a los marginados y a aquellos por los que menos se apostaría. María es una adolescente y es bien conocida la posición de la mujer en la sociedad en la que nació Jesús y, bueno, en muchos aspectos en la nuestra. El Magníficat dice lo esencial de María: ella es la creyente que acepta (¡conscientemente después de hacer preguntas!) ponerse a disposición del Señor.
P.- ¿En qué momentos María ha sido figura clave?
R.- En los momentos en los que sale a relucir su humanidad ordinaria. Por ejemplo, en el Evangelio de Lucas cuando fueron a buscar a Jesús, de doce años, que se había ido sin permiso. Ahí María demostró que no entendía el destino de su propio hijo en ese momento. O, por ejemplo, en las bodas de Caná (Jn 2), donde demuestra lo contrario, y María aparece como una mujer decidida y confiada, tanto que Jesús cambia de opinión sobre cuándo es el momento adecuado para revelarse.
El hijo le dice que su tiempo aún no ha llegado, pero María con su insistencia nos hace comprender que, en presencia de Jesús, es siempre un momento propicio para la salvación. Pero el testimonio de los Evangelios nos lleva también a excluir la exaltación per se de los roles familiares, con la redefinición de la dimensión de la ‘familia’ que realiza el mismo Jesús.
Pensemos cuando Jesús está entre la multitud y alguien le dice que su madre, hermanos y hermanas lo están buscando para llevarlo a casa. Y Él responde: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Quien hace la voluntad de mi Padre”. Jesús redefine las identidades familiares, dando menos importancia a los lazos de sangre frente a la visión de una nueva comunidad estructurada sobre otros fundamentos y sobre lazos horizontales. Y, por último, María cuando se encuentra al pie de la Cruz, en el sumo dolor de una mujer que está a punto de perder a su hijo de una manera atroz y en el amor tan humano de un hijo que confía su madre a otro hijo. Lo que los protestantes piensan de María se encuentra en estos pasajes bíblicos.
P.- Los protestantes no creen en el dogma de la Inmaculada Concepción ni en el de la Asunción ni tampoco rezan el Avemaría… ¿cómo ven la gran devoción a María en el catolicismo?
R.- En cuanto a los dogmas, nos parece que no tienen fundamento bíblico y que corren el riesgo de empobrecer el sentido de la figura de María en lugar de enriquecerlo. Por ejemplo, en nuestra opinión, atribuir importancia a haber nacido sin pecado original nos aleja de ese elemento de humanidad que hace a María tan verdadera y cercana a nosotros.
P.- Usted es una mujer al mando de su Iglesia, ¿no cree que una figura como la de María pueda servir de inspiración para las mujeres de hoy?
R.- Tengo la sensación de que valorar a María como figura de referencia y enfatizar su virginidad, incluso eterna, supone vincular el valor de la mujer a un imaginario que considera la sexualidad como algo impuro y escandaloso. Por eso, no creo que una figura femenina cargada de este significado sea una inspiración en la lucha por la afirmación de la dignidad y la igualdad de derechos de la mujer en la sociedad y en las iglesias.
P.- Pero la figura de María hoy tiene otro valor añadido, por ejemplo, el de ser una mujer protagonista en un mundo masculino.
R.- Por supuesto. De hecho, el diálogo con el ángel Gabriel en la Anunciación es también hermoso por eso. Se pide consentimiento a una figura femenina en una época en la que nadie lo hubiera hecho jamás. Pero recuerdo que la Biblia está llena de figuras femeninas de extraordinario valor, recuperadas por la teología feminista.
P.- ¿Por lo tanto, cuál es el valor de María?
R.- María expresa el máximo de su valor encomendándose y haciéndose instrumento de la posibilidad de Dios que irrumpe en la imposibilidad humana. El nacimiento virginal, como el nacimiento de mujer estéril, representan esto. María es una mujer y una madre con la que uno se puede identificar. Dios ama la humanidad y no hace falta cargarla de otros significados para que también nosotros podamos amarla, apreciarla y sentirla cercana.
*Entrevista original publicada en el número de diciembre de 2022 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva