El patriarca latino de Jerusalén reiteró su “preocupación por el rumbo que está tomando la política en Israel” para el equilibrio entre religiones
Este 24 de diciembre, Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, volvió a celebrar la misa de medianoche en la basílica de la Natividad en Belén sin las restricciones de años anteriores. Una celebración a la acudió el presidente palestino Mahmoud Abbas, representantes del rey de Jordania y de diferentes delegaciones diplomáticas.
En su homilía, el obispo destacó que “una vez más nos reunimos aquí en Belén, en este Lugar Santo, para dar gracias, alabar y celebrar el maravilloso acontecimiento del nacimiento del Salvador”. “La Navidad no es sólo un tiempo, quizá un poco infantil, de alegría, de fiesta y luces, o de niños felices y regalos compartidos con los necesitados. Es ante todo, la celebración de la revelación de Dios en la historia, es la manifestación de la intención divina hacia la humanidad, que alcanza su punto culminante en Navidad”, añadió.
Para el patriarca, “con el nacimiento del Niño de Belén, de hecho, surge una nueva oportunidad para las relaciones entre los hombres”, “un nuevo estilo de vida, basada en la dignidad de cada hombre y mujer, en una justicia que nunca se separa de la misericordia, en el deseo de que todos se salven”. Por eso, lamentó, que “con nuestros ojos vemos que la violencia parece haberse convertido en nuestro lenguaje principal, nuestra forma de comunicarnos. Hay una violencia creciente sobre todo en el lenguaje de la política”.
Pizzaballa reiteró su “preocupación por el rumbo que está tomando la política en Israel, donde hay el riesgo de romper el ya frágil equilibrio entre las distintas comunidades religiosas y étnicas que componen nuestra sociedad”. Para el prelado, “es tarea de la política de servir al país y a sus habitantes, de trabajar por la armonía entre las distintas comunidades sociales y religiosas del país y traducirlas en acciones concretas y positivas sobre el territorio, y no fomentar, por el contrario, las divisiones o, peor aún, el odio y la discriminación”.
Por ello lamentó la “violencia en las calles y plazas palestinas, con un número de muertos que nos hace retroceder décadas. Es un signo del preocupante aumento de la tensión política y del creciente malestar, especialmente entre nuestros jóvenes, ante la cada vez más lejana solución del conflicto en curso. Desafortunadamente, la cuestión palestina, por desgracia, ya no parece ser el centro de atención del mundo. También ésta es una forma de violencia, que hiere la conciencia de millones de palestinos, cada vez más solos y que desde hace demasiadas generaciones han estado esperando una respuesta a su legítimo deseo de dignidad y libertad”, denunció. “La falta de confianza es la raíz de todos los conflictos, aquí en Tierra Santa, o en Ucrania y en tantas otras partes del mundo”, añadió.
“Celebrar la Navidad significa crear, promover y ser ocasión de misericordia, compasión y perdón. Significa traer a la vida de nuestro contexto herido ese Deseo lleno de compasión, que Dios nos manifestó con el nacimiento de Jesús”, apeló. “El testimonio de tantos hombres y mujeres aquí, en nuestra Tierra Santa y en muchas otras partes del mundo, nos dice que ese estilo, esa forma de celebrar la Navidad, sigue siendo posible hoy, a pesar de todo”, concluyó.