La octava de Navidad reserva siempre este 28 de diciembre para el recuerdo de la matanza de los inocentes. La celebración litúrgica trae a la memoria la experiencia de los niños que sufren y el papa Francisco no es ajeno a ello. Así lo ha podido comprobar todo el mundo en sus grandes intervenciones de esta Navidad.
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Niños en guerra
Francisco, en la homilía de la misa de la Noche de Navidad lamentaba: “¡Cuántas guerras! Y en tantos lugares, todavía hoy, la dignidad y la libertad se pisotean. Y las principales víctimas de la voracidad humana siempre son los frágiles, los débiles. En esta Navidad, como le sucedió a Jesús, una humanidad insaciable de dinero, poder y placer tampoco le hace sitio a los más pequeños, a tantos niños por nacer, a los pobres, a los olvidados. Pienso sobre todo en los niños devorados por las guerras, la pobreza y la injusticia. Pero Jesús llega precisamente allí, un niño en el pesebre del descarte y del rechazo. En Él, niño de Belén, está cada niño. Y está la invitación a mirar la vida, la política y la historia con los ojos de los niños”.
El día 25, en el mensaje previo a la bendición ‘Urbi et orbi’ destacó que “si queremos que sea Navidad, la Navidad de Jesús y de la paz, contemplemos a Belén y fijemos la mirada en el rostro del Niño que nos ha nacido. Y en ese pequeño semblante inocente reconozcamos el de los niños que en cada rincón del mundo anhelan la paz”. En otro momento invitó a pensar “en las personas que sufren hambre, sobre todo los niños, mientras cada día se desperdician grandes cantidades de alimentos y se derrochan bienes a cambio de armas”.