Tras la misa de Navidad, que Benedicto XVI celebró con su ‘familia pontificia’, el secretario personal del Papa emérito, el arzobispo alemán Georg Gänswein, partió rumbo a su país natal para pasar unos días de vacaciones. Ahora ha tenido que volver precipitadamente a Roma tras el “agravamiento”, según el comunicado del Vaticano, de la salud de Ratzinger, según ha podido confirmar Vida Nueva.
Benedicto XVI, a sus 95 años, tendría algunos “problemas respiratorios” que se han agravado precisamente desde el día de Navidad, según ha publicado la agencia Ansa. Ahora, Gänswein ha ratificado que el pontífice emérito “está estable dentro de la gravedad”. El secretario personal, que mantiene su cargo de prefecto de la Casa Pontificia –aunque sin ejercerlo– ya está en el monasterio mater Ecclesiae.
Fue el papa Francisco quien al final de la audiencia general de este miércoles, 28 de diciembre, sorprendió a los presentes pidiendo “una oración especial por el papa emérito Benedicto que, en el silencio, está sosteniendo a la Iglesia”. Francisco ha destacado que, “recordémoslo, está muy enfermo” y pidamos “al Señor que lo consuele y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia hasta el final”.
Al paso de esta petición tuvo que salir el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, con una declaración en la que confirmó que “en las últimas horas se ha producido un agravamiento debido al avance de la edad”. Si bien, añadió, “de momento, la situación sigue bajo control, vigilada constantemente por los médicos”. Algo que ahora ha confirmado una de las personas más cercanas al Papa emérito.