Los miembros de la Comisión Ejecutiva: Oscar V. Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la CEA, Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y vicepresidente 1º; Carlos Azpiroz Costa, op, arzobispo de Bahía Blanca y vicepresidente 2º, y Alberto G. Bochatey, osa, obispo auxiliar de La Plata y secretario general, enviaron su cercanía y condolencias al papa Francisco.
En la carta, los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina señalan que “en estas horas difíciles, de dolor esperanzado, ante la partida del Papa emérito Benedicto XVI” quieren hacerle llegar “nuestro saludo fraterno y las condolencias por su muerte junto a nuestra acción de gracias a Dios por su testimonio de buen pastor y servidor fiel del Señor”.
Resaltaron el legado que deja el pontífice emérito cuando se descubre “una trayectoria al servicio de la Iglesia en la reflexión y la docencia teológica”. Y destacaron su tarea como profesor universitario y perito del Concilio (1962-1966); su trabajo en los sínodos sobre la Familia (1981) y la Reconciliación (1983), y en la coordinación de la redacción del Catecismo de la Iglesia (1992). También como fiel colaborador del papa San Juan Pablo II en la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Recordaron también la resonante presencia de Benedicto XVI en la Conferencia de Aparecida (2007) que celebró la Iglesia latinoamericana en Brasil. “Un maestro sencillo y bueno, que quiso poner de manifiesto, sobre todo, el amor de Dios y su obra redentora entre nosotros”, subrayó la Comisión Ejecutiva.
Consideraron que el lema de su episcopado, ‘Colaborador de la Verdad’, lo pinta de cuerpo entero. “Así quiso vivir su servicio, no a una verdad abstracta sino al amor grande y concreto de Dios que nos sale al encuentro para cambiarnos la vida”, indicaron.
El episcopado argentino agradeció al papa Francisco sus referencias a papa Benedicto XVI en su lugar de intercesor, y “también como parte de la familia grande de la Iglesia, como ese abuelo sabio y prudente, que ilumina con su ejemplo y consuela con su presencia constante“. Agregaron que esa mirada sobre el nuevo modo de estar de Benedicto en la Iglesia, ha sido una visión superadora para entender que toda vida es valiosa y que siempre tendremos un don para regalar a los otros.
Finalmente, le enviaron un abrazo y le aseguraron la nuestra oración por su ministerio de amor generoso y fiel a la Iglesia, “que siempre nos interpela y nos invita a ser Iglesia sinodal y en salida”.