Una de las últimas visitas que el papa emérito Benedicto XVI -fallecido hoy- recibió en el monasterio Mater Ecclesiae en las últimas semanas fue la del alemán Ludwig Schick, arzobispo emérito de Bamberd –quien renunció precipitadamente el pasado mes de noviembre a sus 73 años–. Al agravarse la salud de Ratzinger, el prelado ha compartido en las redes sociales algunas de sus impresiones durante esta visita.
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El último encuentro
El obispo visitó al pontífice emérito el pasado 16 de noviembre. Relata que el encuentro fue muy sencillo, “nada espectacular”. “Quería despedirme de él, a quien conozco desde 1971, con quien he tenido muchos encuentros desde entonces, con quien sé que estoy conectado y a quien estoy muy agradecido”, añade. “Le dije que probablemente era nuestro último encuentro en esta tierra”, relata el arzobispo.
Sobre las condiciones físicas de Benedicto XVI comenta que “ya no podía mover el cuerpo ni hablar”, pero “su mente estaba muy despierta”. También destalla que el Papa emérito “asintió y acercó sus labios a mis recuerdos de encuentros y conversaciones juntos. Nos entendíamos bien”, sentencia. Schick le deseó “una buena muerte” y que le “llevara al cielo cuando llegara el momento”. A esto añade: “Pude leer en sus labios: ‘¡Así es como lo hacemos!’. Fue un último encuentro conmovedor y tranquilizador, como debe ser entre cristianos”, concluye.
Beten um eine gute Sterbestunde für sich selbst und die anderen, gehört zur christlichen Tradition. Gut sterben meint:im Gewissen friedvoll, versöhnt mit den Menschen und vertrauensvoll, weil der barmherzige Gott hinter der Tür des Todes schon wartet. Schenken wir das P.Benedikt pic.twitter.com/BCnEQsWI4v
— Erzbischof em. Ludwig Schick (@BischofSchick) December 29, 2022
El último encuentro de Marx
También el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de de Múnich, compartió su último encuentro con el pontífice emérito el pasado mes de septiembre. Fue una “conversación muy agradable” y un “encuentro de corazón”, ha señalado Marx a Bayerischer Rundfunk. El purpurado destacó que Ratzinger habló muy suavemente pero, añadió, “nos entendimos de inmediato, muy, muy bien”.
Marx comentó que había comido varias veces con Benedicto XVI, antiguo arzobispo de la misma diócesis de Marx, cuando era el Papa y también después de su renuncia. “Cuando estabas en privado con él, realmente se podía abordar todo lo que nos preocupaba en la Iglesia”, añadió.