Benedicto XVI dio otro paso al frente tras las acusaciones de inacción ante los casos de pederastia que tuvieron lugar en su etapa como arzobispo de Múnich. El Papa emérito reaccionó en febrero de 2022 con una carta en la que pidió perdón por todos los errores cometidos por su parte en todo su ministerio.
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“Una vez más solo puedo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón. He tenido una gran responsabilidad en la Iglesia católica”, exponía entonces Joseph Ratzinger.
En la misiva, el Papa emérito reconocía su gran dolor “por los abusos y errores que han ocurrido durante el tiempo de mi mandato en los respectivos lugares”. Si bien es cierto que no era la primera vez que entonaba un ‘mea culpa’ vinculado a la pederastia eclesial, sin duda alguna en esta ocasión, tanto el fondo como la forma, destacaba por la contundencia de sus palabras y por hacerlo en primera persona tanto del singular como del plural.
Es más, no dudaba en elevar su oración con dos plegarias. “Roguemos públicamente al Dios vivo que perdone nuestras culpas, nuestras grandes y grandísimas culpas”, exponía en un momento de la carta. En otro momento, sentenciaba: “Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida. Aunque mirando hacia atrás en mi larga vida puedo tener muchos motivos de temor y miedo, sin embargo, tengo un estado de ánimo alegre porque confío firmemente en que el Señor no solo es el juez justo, sino también el amigo y hermano que ya ha sufrido él mismo mis carencias y es, por tanto, como juez, al mismo tiempo mi abogado”.
La confesión
Incluso hacía un llamamiento al clero para que diera un paso al frente. “Es el momento de la confesión”, aseguraba mediante una frase que parece complementaria a la lanzada por el papa Francisco tras conocerse el informe francés unos meses atrás: “Es el momento de la vergüenza”.
En el documento firmado por él, detallaba que “en todos mis encuentros, especialmente durante mis numerosos viajes apostólicos con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, he mirado a los ojos las consecuencias de una culpa muy grande”. Además, admitía que “he aprendido a comprender que nosotros mismos nos vemos arrastrados a esta gran culpa cuando la descuidamos o cuando no lo afrontamos con la necesaria decisión y responsabilidad, como ha ocurrido y ocurre con demasiada frecuencia”.