Tal y como acaba de desvelar Elisabetta Piqué, corresponsal vaticana del diario argentino La Nación, las últimas palabras de Benedicto XVI antes de morir en la mañana de este 31 de diciembre de 2022 han sido: “Jesus, ich liebe dich” (“Jesús, te amo”, en alemán). Según otra testigo, habrían sido en italiano, pero, en todo caso, habrían sido las mismas: “Jesús, te amo”.
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Nada más producirse la muerte de Joseph Ratzinger, a las 9.34, su secretario, Georg Ganswein, ha llamado por teléfono al papa Francisco y, a los diez minutos, el Papa ha sido el primero en llegar hasta su lecho de muerte. En un clima de silencio y gran profundidad, Bergoglio ha impartido su bendición final ante su cuerpo ya inerte.
Un círculo familiar
En sus últimas horas, junto a un Joseph Ratzinger que constantemente pedía “perdón” a quienes le han acompañado en este trance final por el trabajo extra ocasionado, han estado Ganswein, dos médicos, dos enfermeros, las cuatro mujeres consagradas del grupo Memores Domini que estaban con él desde hace años (Carmela, Loredana, Cristina y Rossella) y sor Birgit Wansing, su secretaria alemana.
Desde que su última crisis de salud aflorara este pasado miércoles 28, cuando el papa Francisco lo dio a conocer en un discurso público en el que improvisó una llamada a la oración por Benedicto XVI, se decidió que no fuera llevado a ningún hospital y pasara sus últimas horas de vida allí donde ha vivido desde que renunciara al papado en 2013.
Adiós al año… y al papa
En estas horas, el catolicismo despide el año… y, con gran tristeza, a Joseph Ratzinger, quien dirigiera la nave de la Iglesia en un momento convulso, entre 2005 y 2013. Las campanas resuenan en todo el mundo, desde San Pedro, donde será enterrado, a la localidad alemana donde nació, Marktl am Inn.
In #MarktlamInn the priest put up a big photograph of #PopeBenedictXVI This is the church where the Pope emeritus was baptized in 1927. Special church service coming up this afternoon. #Ratzinger pic.twitter.com/fQ9f6PlDcr
— Anja Koch (@anjk) December 31, 2022
En la Parroquia San Oswaldo, en la que fue bautizado en 1927, el párroco ha colocado junto al árbol de Navidad una imagen de su vecino más ilustre, culminada con un lazo negro en señal de luto. La última misa del año ha sido en memoria de Joseph Ratzinger, quien dedicó su vida a bosquejar la verdad y remató su anhelo intelectual con una frase cargada de puro sentimiento: “Jesús, te amo”.
Como ha revelado la periodista alemana Anja Koch, los vecinos, a estas horas, se acercan a la iglesia y depositan sus velas encendidas. El alcalde del pueblo, de menos de 3.000 habitantes, ha sentenciado que “es un día muy triste para nosotros”.
Mañana, por primera vez en casi un siglo, los vecinos de Marktl am Inn se despertarán sin la vida de un gigante en la historia de la Iglesia. Eso sí, como ocurre con Wadowice, cuna polaca de Juan Pablo II, el mundo entero les mirará y el nombre del municipio jamás se olvidará.