Benedicto XVI leyó el motu proprio ‘Traditionis custodes’ con el que el papa Francisco restringía el uso de la liturgia tradicional “con dolor en el corazón”. Así lo ha confesado el que fuera el secretario personal del Papa emérito, el arzobispo Georg Gänswein. Y es que el decreto marcaba, para el también prefecto de la Casa Pontificia, una “ruptura” entre los dos pontificados.
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Este documento vio la luz en 2021 después de que Francisco estableciese deferentes mecanismos para valorar el alcance y los objetivos que el difunto papa Benedicto XVI se trazó en 2007 al recuperar la forma extraordinaria de celebración de la eucaristía como medio para atraer al seno de la Iglesias a algunas comunidades de tradicionalistas. Algo que no ocurrió y que llevó a que Francisco recuperase una serie de restricciones a favor de la reforma litúrgica conciliar.
Recuperar un tesoro
En una entrevista al semanario católico alemán ‘Die Tagespost’ y recogida en el portal Katholisch.de, Gänswein relata que, con su reforma, Benedicto XVI había querido que los fieles seguidores de la liturgia tradicional “encontraran su paz interior” a la vez que pretendía “alejarlos de Lefebvre”. El secretario personal también destaca que la misa tradicional había sido “fuente de vida espiritual” para muchas personas a lo largo de los siglos y el “alimento de muchos santos” y que por lo tanto era inconcebible pensar que el antiguo rito era “algo que ya no sirve para nada”.
Gänswein también recalca que muchos jóvenes que se han acercado al rito no lo hacen por razones ideológicas ya que “no entienden realmente todo el alboroto que hay en torno al Concilio”. Finalmente confiesa que el Papa emérito “no se sentía del todo cómodo quitando este tesoro a la gente” y que por eso tomó la decisión.