El obispo de Copiapó comparte su evaluación del año en la iglesia chilena y los pasos a dar en el que iniciamos
Tiene apenas 2 años y 3 meses de obispo. Aún no tenía un año cuando fue elegido integrante del Comité Permanente por sus pares. Algo inédito. Sorprendente.
Entre julio del 2018 y febrero del 2020 fue Administrador Apostólico de la arquidiócesis de Puerto Montt. Antes era Superior Provincial de la Orden de la Merced en Chile. Sin duda, Ricardo Morales Galindo, actual obispo de Copiapó, cuenta con habilidades para esos cargos.
Tiene poco más de 50 años, ingresó a la Orden a los 25, ordenado sacerdote en marzo de 2006. Es abogado, Bachiller en Teología y Licenciado en Educación por la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde también obtuvo el título de Profesor de Filosofía. Es Magíster en Derecho de infancia, adolescencia y familia, por la Universidad Diego Portales.
Aceptó de inmediato compartir con Vida Nueva su mirada de lo que ha sido el año que terminó y lo que se espera para el año que iniciamos.
PREGUNTA.- ¿Qué es lo más destacado, en su opinión, de lo que ha vivido la iglesia en Chile durante este 2022?
RESPUESTA.- Destacaría dos procesos, por un lado, el camino sinodal que como Iglesia Católica estamos recorriendo, y que el Papa Francisco está impulsando en la convocatoria al próximo Sínodo sobre sinodalidad. Sabernos caminando juntos como Pueblo de Dios desde nuestra igual condición bautismal, si bien es algo conocido, llevarlo adelante en los procesos de escucha y discernimiento ha sido un tiempo muy hermoso para nuestras iglesias particulares en Chile y, pienso, seguirán dando fruto en los próximos años.
En segundo lugar, destacaría la III Asamblea Eclesial Nacional, que fue un espacio de mucha oración y discernimiento. Sentarnos a conversar todos juntos como Iglesia que quiere responder a los desafíos de nuestro tiempo, creo que fue una verdadera experiencia del Espíritu Santo. Pienso que ayudó a derribar algunos prejuicios y por sobre todo, a sentir que estamos todos en la misma barca.
P.- Y ¿qué es lo más negativo?
R.- Sin duda que sigue siendo algo negativo las noticias de nuevos casos de abusos en contexto eclesial. Es una herida que sigue abierta en nuestra Iglesia y que no podemos dejar de enfrentar, por más que se quiera decir que es ya historia pasada. Este año que termina no ha dejado de sorprendernos y seguir causando dolor en tantos y tantas, las informaciones de prensa que revelan dramáticas situaciones de abuso. Los sobrevivientes de abusos y aquellos que no están, pues no soportaron el sufrimiento, nos interpelan día a día, y todo lo que hagamos es poco para intentar sanar esa herida.
P.- Monseñor, el 2018, en El Vaticano, el Papa planteó a los obispos chilenos que la iglesia vivía aquí una crisis que necesitaba medidas a corto, mediano y largo plazo. ¿Cuáles medidas se han aplicado en la iglesia chilena?
R.- Es evidente que el Papa Francisco ha ido tomando medidas respecto a nuestra Iglesia en Chile, todos somos testigos de ellas: desde el nombramiento de administradores apostólicos en diversas diócesis de Chile, después de la visita apostólica de Mons. Scicluna y del padre Bertomeu, hasta por ejemplo, el Documento “Hacia caminos de reparación”, que quiere ser un camino de respuesta a los y las sobrevivientes de abusos, en algo tan complejo y sensible como es la reparación de quien ha sufrido un abuso.
Muy interesante será este año conocer más en detalle la investigación “Dinámicas relacionales de abuso sexual en contexto eclesial en Chile: conocer para prevenir”, que encargó la Conferencia Episcopal al Centro UC Derecho y Religión, de la Pontificia Universidad Católica de Chile; una investigación que ahonda en comprender el tipo de vínculo que ha propiciado los abusos sexuales en contextos eclesiales, cometidos principalmente por clérigos a nivel nacional. Este estudio es único a nivel mundial por el tipo de metodología empleada y por sus conclusiones, que nos llevarán a tomar acciones concretas en diversos ámbitos.
P.- ¿Considera que esas medidas afrontan adecuadamente la magnitud de la crisis que señaló el Papa?
R.- Afrontar una crisis nunca resulta del todo fácil, lo importante es tener la voluntad de afrontarla y no dejar que la crisis nos lleve a la deriva. Por eso, el cómo hemos enfrentado la crisis, pasa necesariamente por nuestra conversión personal, sin esa conversión, todo cambio puede quedarse en lo ‘cosmético’. Documentos como “Hacia caminos de reparación”, apuntan a hacernos cargo de la crisis, a mirar los problemas de frente y a intentar dar respuestas conforme a lo que nos pide el Evangelio, con humildad, y evitando, como lo advertía el Papa, todo voluntarismo.
Considero además, que el camino del Sínodo sobre sinodalidad, le ha dado espacio a muchos a experimentar que su voz es escuchada y que de la crisis salimos juntos o no salimos, descubriendo la necesaria corresponsabilidad, donde fieles y pastores, estamos llamados a un camino de profunda humildad, donde, desde nuestras respectivas misiones y ministerios, nos experimentamos Pueblo de Dios con la hermosa y desafiante misión de hacer presente el mensaje de Jesús, que siempre será palabra de esperanza y alegría.
P.- ¿Qué pasos ve usted para la iglesia chilena a mediano plazo y cuáles para este 2023 que estamos iniciando?
R.- Creo deberemos seguir dando pasos como fortalecer las estructuras sinodales que tenemos como Iglesia, por ejemplo, los consejos parroquiales y económicos. En ellos se expresa la vida de una comunidad parroquial, que es la célula de una Iglesia diocesana. En esos espacios tenemos que seguir construyendo más diálogo y trabajo común, siendo corresponsables en la marcha de cada comunidad.
Otro paso importante será, seguir adelante en la implementación del Documento “Hacia caminos de reparación”, que es un gran avance en hacernos cargo de la crisis de los abusos. También implementando nuestro Documento ISE (Integridad en el servicio eclesial), que nos ayuda a entender que el camino para salir de la crisis provocada por los abusos no es sólo tener documentos, sino llevar adelante una profunda revisión de nuestras relaciones al interior de la Iglesia, comprendiendo por ejemplo, que los abusos de conciencia y espirituales muchas veces se dan en ambientes de un acendrado ‘clericalismo’ como lo denomina el Papa, quien señaló en su oportunidad: “decir no al abuso es decir no, de manera categórica a toda forma de clericalismo”.
Finalmente, agregó que necesitamos tener “comunidades donde el intercambio, la discusión, la confrontación sean bienvenidas… comunidades abiertas desde su interior y así se liberen de pensamientos cerrados y autoreferenciales llenos de promesas y espejismos que prometen vida pero que en definitiva favorecen la cultura del abuso”.