Vaticano

Benedicto XVI ya descansa en paz





Apenas restaban siete minutos para las once de la mañana cuando las campanas de San Pedro tocaban a muerto por Benedicto XVI. El papa Francisco despedía a su predecesor en la plaza rezando brevemente ante su ataúd.



Diez sediarios, los antiguos portadores de la Silla Gestatoria de los Papas, cargaban a Benedicto XVI a sus hombros rumbo a la basílica, para trasladarlo luego a las grutas vaticanas para darle sepultura.

El cuerpo sin vida de Benedicto XVI yace en la sepultura que en su día ocuparan dos de sus predecesores, como Juan XXIII y Juan Pablo II, a este último, Joseph Ratzinger fue el encargado de despedir en un funeral presidido por él como decano del Colegio cardenalicio el 8 de abril de 2005. Antes de ser inhumado, siguiendo la tradición, el ataúd de ciprés forrado de terciopelo carmesí que se empleó en la misa fue introducido en un segundo féretro de zinc sellado y lacrado y este tercer en otro de madera de olmo. Algo que los fotógrafos de los medios vaticanos han inmortalizado y que el cabildo de San Pedro ha velado para que así se haga correctamente.

Al finalizar el funeral, el papa Francisco se ha acercado a la cripta situada bajo la basílica de San Pedro bajando por la puerta lateral, para evitar las escaleras.

En el féretro de ciprés se encontraban los restos mortales del papa alemán y algunos objetos personales, como monedas acuñadas durante el pontificado del papa alemán, su mitra y el ‘rogito’, un documento en latín sobre la vida de Ratzinger -dentro de un tubo de plomo-.

Gänswein depositó el cuerpo en el ataúd

El secretario personal de Benedicto XVI, el arzobispo alemán Georg Gänswein, fue el encargado ayer, al cerrarse la capilla ardiente a las 19:00 horas, de colocar el cuerpo en el ataúd, con la ayuda del maestro de la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, el sacerdote italiano Diego Giovanni Ravelli.

Como muestran las imágenes compartidas hoy por el Vaticano, el secretario y Ravelli cubrieron el rostro de Benedicto XVI con un velo blanco, como ya hizo el secretario personal de Juan Pablo II, el hoy cardenal Stanislaw Dziwisz.

Fotos: Vatican Media

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