El Vaticano intenta recuperar la normalidad después de una jornada histórica por el funeral de Benedicto XVI. Cumpliendo con la agenda establecida, Francisco presidió esta mañana en la basílica de San Pedro la misa con motivo de la festividad de la Epifanía, que en España se identifica directamente con el Día de Reyes. Fue el cardenal filipino, Luis Antonio Tagle, el responsable de oficiar la eucaristía.
El Papa argentino volvió a rendir homenaje al Papa emérito durante su homilía citando precisamente la homilía que Joseph Ratzinger pronunció hace diez años, su última como pontífice antes de la renuncia, este mismo día en la que se refirió de esta manera a los Magos de Oriente: “Su peregrinación exterior era expresión de su estar interiormente en camino, de la peregrinación interior de sus corazones”.
El pontífice actual convirtió su homilía en un examen de conciencia a quienes tenía enfrente: “¿Dónde está la felicidad para mí? ¿Dónde está la vida plena a la que aspiro? ¿Dónde se encuentra ese amor que no pasa, que no tiene ocaso, que no se rompe ni siquiera ante la fragilidad, los fracasos o las traiciones? ¿Cuáles son las oportunidades escondidas dentro de mis crisis y mis sufrimientos?”.
Con estas interrogantes de base, alertó de la tentación de dejarse inocular por lo que denominó “tranquilizantes del alma”, esto es, “sustitutos para sedar nuestra inquietud y apagar esas preguntas, desde los productos del consumismo a las seducciones del placer, desde los debates sensacionalistas hasta la idolatría del bienestar; todo parece decirnos: no pienses mucho, deja que pasen, disfruta la vida”.
Francisco vertebró su alocución en la “inquietud de las preguntas” que provocó que los Magos de Oriente se pusieran en camino para conocer al Salvador. “Hermanos y hermanas, el camino de la fe comienza cuando, con la gracia de Dios, damos espacio a la inquietud que nos mantiene despiertos”, apreció el Papa, que instó a los presentes a abandonar “la caja fuerte de la comodidad”.
Para el Papa argentino, el ser cristiano se poner en juego cuando “nos arriesgamos en los desafíos de cada día; cuando dejamos de mantenernos en un espacio neutral y nos decidimos a vivir en los espacios incómodos de la vida, hechos de relaciones con los demás, de sorpresas, de imprevistos, de proyectos que sacar adelante, de sueños que realizar, de miedos que afrontar, de sufrimientos que hieren la carne”.
A la par, Jorge Mario Bergoglio suscribió que “la fe, si permanece estática, no crece”. En esta misma línea, planteó que “no podemos reducirla a una devoción personal o confinarla entre los muros de los templos, sino que es necesario manifestarla”.
“Hermanos, hermanas, no dejemos que se apague en nosotros la inquietud de las preguntas, no detengamos nuestro caminar cediendo a la apatía o a la comodidad; y rindámonos, encontrándonos con el Señor, al asombro de la adoración”, expresó el Papa en una meditación que concluyó así: “Entonces descubriremos que una luz ilumina también las noches más oscuras, es Jesús, la estrella radiante de la mañana, el sol de justicia, el fulgor misericordioso de Dios, que ama a todos los hombres y a todos los pueblos de la tierra”.