Los obispos de Estados Unidos instaron a la administración de Joe Biden a “revertir su curso actual a favor de soluciones humanas que reconozcan la dignidad de los migrantes dada por Dios y proporcionen un acceso equitativo a la inmigración y a las vías humanitarias”.
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Apenas el 5 de enero, el presidente norteamericano anunció la ampliación del Título 42, impuesto a partir de la pandemia, y a través del que se negaba el ingreso al país de personas de determinadas nacionalidades, por lo que los migrantes cubanos, nicaragüenses, haitianos y venezolanos serán expulsados a México en caso de ingresar sin autorización a Estados Unidos.
Entre lo anunciado por Biden se encuentra la concesión mensual de un permiso condicional humanitario para 30 mil migrantes de esas nacionalidades, si lo solicitan desde su país a través de internet y lo hacen mediante un patrocinador económico que se encuentre en Estados Unidos.
A ese respecto, los obispos, en voz del presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), el obispo de El Paso, Mark J. Seitz, dijeron acoger con satisfacción el anuncio de nuevos caminos legales a los Estados Unidos.
“Pero es difícil para nosotros considerar este progreso cuando estos mismos caminos dependen de evitar que aquellos obligados a huir de su tierra natal se aprovechen del derecho a solicitar asilo en nuestra frontera”, apuntaron.
Bajo este enfoque -lamentaron- “muchos de los más vulnerables serán excluidos del alivio y sometidos a circunstancias peligrosas, en contravención del derecho estadounidense e internacional de los refugiados, así como de la enseñanza social católica”.
¿Un sistema de inmigración ‘justo, ordenado y humano’?
Los obispos consideraron que esta es una desviación drástica de la promesa de la Administración de crear un sistema de inmigración ‘justo, ordenado y humano’, y solo exacerbará los desafíos a ambos lados de nuestra frontera.
Incluso -señalaron- “para aquellos a los que se les permite entrar en los Estados Unidos, seguimos preocupados por su acceso a la vivienda, la autorización de trabajo, los servicios legales y otras necesidades urgentes”.
El episcopado norteamericano también lamentó falta de cooperación bipartidista en el Congreso sobre este tema. “También estamos totalmente de acuerdo en que para abordar realmente el movimiento irregular de personas en nuestro hemisferio, debemos abordar las causas profundas de la migración forzada, promoviendo el desarrollo humano integral en los países de origen para que la gente pueda progresar allí”.
Cabe recordar que a finales del año pasado, en la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, el obispo Seitz consideró conveniente destinar el tiempo, los recursos y la voluntad política para hacer mejoras estructurales en “nuestro sistema de inmigración roto”, además de levantar una infraestructura crítica para satisfacer las necesidades humanitarias de los migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México.