“Manténganse firmes en la fe y no se dejen confundir”: presidente de los obispos mexicanos al recordar a Benedicto XVI

 

Obispos en la Basílica de Guadalupe CDMX

Este martes 10 de enero, la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México fue el escenario espiritual en el que los obispos del país celebraron una misa para pedir por el eterno descanso del papa emérito Benedicto XVI, quien falleció el pasado 31 de diciembre en el Vaticano.



Durante la celebración eucarística, el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, explicó que al leer el testimonio espiritual de Benedicto XVI, “corroboré aquello que nos dijo en Aparecida: ‘manténganse firmes en la fe y no se dejen confundir’; esas palabras hay que retenerlas en nuestro corazón”.

El presidente de la CEM compartió algunos momentos en los que coincidió con el pontífice fallecido. “Primero me tocó estar en la Conferencia del CELAM en Aparecida; ahí me llenó profundamente el corazón al escuchar al Papa que ya nos indicaba el momento crucial de nuestra historia y nuestra Iglesia; decía él: ‘estamos en una encrucijada donde hace falta que alguien nos diga el sentido correcto’”.

“El Papa nos decía: ‘solo la verdad unifica y su prueba es el amor’; hay confusión, hay incertidumbre, estamos en una encrucijada, pero ya sabemos que Cristo es el camino, la verdad y la vida”, agregó Cabrera.

“El báculo fue para él siempre la cruz de Cristo”

Algo que impresionó al arzobispo Cabrera fue esta frase dicha por el Papa emérito: “quien excluye a Dios de su horizonte, falsifica el concepto de realidad y en consecuencia solo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas”.

Para Cabrera López, el papa Benedicto ha sido el gran apologeta de Dios; “Dios en el centro de la vida de todos los hombres y de toda la Iglesia; sin Dios todo se falsifica y cualquier receta es destructiva”.

También recordó que cuando Benedicto XVI visitó México en el 2012 lo recibieron en el estado de Guanajuato; “en ese momento les decía: ‘el mal y la muerte no tienen la última palabra’; era para animarnos en este desconcierto de guerra y violencia”.

Otro momento importante fue en el Sínodo de los Obispos también en 2012, donde Benedicto XVI les habló de la profesión y confesión de fe; “él tenía muy claro que ser vicario de Cristo no era solo recibir el báculo de la autoridad, sino recibir también la cruz de Cristo, es más, puedo decir que el báculo fue para él siempre la cruz de Cristo, y como a todos nuestros pontífices recientes, grandes santos, les ha tocado ser vicarios del dolor de Cristo, han compartido su dolor”.

Oraciones por el Papa emérito en la casa de María

Y es que -agregó Cabrera- el papa Benedicto XVI no escapó a esta realidad: “cuántas críticas, incluso insultos, pero nunca desmayó, sabía que esa era la misión, que era el encargo de Jesús, que como vicario suyo no podría hacer otra cosa más que guiarnos a nosotros por el camino de la fe y hacernos entender que Cristo está vivo y que él camina con su Iglesia”.

Otro momento importante fue cuando Cabrera estuvo con él en la ‘visita ad limina apostolorum’, “cuando los obispos se encuentran de cerca con el Santo Padre; me dijo -yo era obispo de Tuxtla- ‘hay que querer mucho a los sacerdotes de la diócesis’”.

Finalmente, compartió que tuvo la dicha de estar en los funerales del papa Benedicto XVI en Roma: “me tocó ser testigo de la oración cariñosa del pueblo, del cariño del papa Francisco hacia el papa Benedicto; nunca había visto tantos sacerdotes en una concelebración: más de tres mil, y ahí pude hacer mías sus palabras en su recomendación y testimonio, testamento de vida; en su testamento espiritual que se convierte también en un encargo para nosotros, hay dos palabras clave: ‘gracias y perdón’; no hay otra manera de vivir la vida; agradecer y pedir perdón, así lo hizo él en su testamento espiritual”.

“Al final, dijo: ‘recen por mí para que el Señor a pesar de mis defectos y pecados, me reciba en la morada eterna’, ese era su sueño y su deseo, que rezáramos por él, y lo estamos haciendo en esta casa de María”, añadió.

Hoy pedimos por el papa Benedicto, concluyó Cabrera, “yo recomiendo a Dios, a su hijo Jesucristo y a la Virgen de Guadalupe; recomiendo mucho al papa Benedicto XVI, un buen hombre, buen sacerdote, un gran obispo y pastor de la Iglesia, que Dios le dé la gloria, y nuestra oración sincera por él que tanto quiso a Jesús, que tanto amó a la Iglesia y que fue capaz de mantener en el valor de decir y de testimoniar”.

Un pastor consciente de los males en la Iglesia

Al inicio de la misa, el secretario general de la CEM y obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, hizo énfasis en que el amor de Benedicto XVI a la Iglesia no le impidió nunca reconocer los males de la parte humana de la Iglesia “y que era necesario rectificar; lo demostró perfectamente con una postura inflexible contra los abusos sexuales cometidos por la vida consagrada”.

De igual modo, resaltó que la religión es una fuerza de paz, frente a quienes piensan que las creencias religiosas llevan dentro de sí un germen de fanatismo y de violencia.

Benedicto XVI subrayó el valor de la religión como una fuerza positiva y prometedora de la construcción de la sociedad civil y política, siempre condenó cualquier intento de justificar la violencia por motivos religiosos”, resaltó Castro.

Por su parte, el nuncio apostólico en México, Josep Spiteri, quien presidió la misa, agradeció por “el don que hemos tenido en el papa emérito Benedicto XVI“, y llamó a rezar por su eterno descanso, rezar por toda la Iglesia, que quede siempre fiel al Señor, siempre unida en el amor, en el testimonio de caridad”.

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