Francisco advierte: “La vida consagrada es como el agua: si no fluye, se pudre”

El Papa ha recibido en audiencia a los miembros del Consejo Primado de la Confederación de Canónigos Regulares de San Agustín

Francisco advierte: “La vida consagrada es como el agua: si no fluye, se pudre”

“Hay que tener mucho cuidado de protegerse de la enfermedad de la autorreferencialidad y de salvaguardar la comunión entre las diferentes Congregaciones como un verdadero tesoro”. Así lo ha recordado hoy el papa Francisco en la audiencia que ha concedido a los miembros del Consejo Primado de la Confederación de Canónigos Regulares de San Agustín, una confederación establecida en 1959 por San Juan XXIII y cuya estructura favorece, como ha señalado el Papa, “r la comunión entre las Congregaciones que la componen y que comparten el mismo carisma”.



“Aunque cada Congregación goce de su propia autonomía, ello no impide que los Estatutos Confederales prevean competencias que favorezcan un equilibrio entre esta autonomía y una adecuada coordinación que evite, en todo caso, la independencia y el aislamiento”, ha continuado Francisco, aseverando que “el aislamiento es peligroso”.

En este sentido, el Papa ha animado a la vida religiosa a practicar una “espiritualidad del encuentro”, algo que resulta “esencial para vivir la sinodalidad en la Iglesia”. Asimismo, Francisco ha señalado que la vida consagrada “debe adaptarse a las circunstancias del tiempo, a los diferentes lugares” donde está presentes “y a sus culturas, siempre a la luz del Evangelio y del propio carisma”. Porque “la vida consagrada es como el agua, si no fluye, se pudre, pierde sentido, es como la sal que pierde su sabor, se vuelve inútil”.

Piezas de museo

“La buena memoria es fecunda, es la memoria ‘deuteronómica’ de las raíces, de los orígenes”, ha continuado el Papa, animando a los consagrados a no conformarse “con una memoria arqueológica, porque ésta nos convierte en piezas de museo, quizás dignas de admirar pero no de imitar”. Y es que es “la memoria deuteronómica nos ayuda a vivir el presente con plenitud y sin miedo para abrirnos al futuro con renovada esperanza”.

Por último, el Pontífice ha recordado que “la regla fundamental de la vida religiosa es el seguimiento de Cristo propuesto por el Evangelio”. “Que el Evangelio sea vuestro manual, para que, evitando caer en la tentación de reducirlo a una ideología, sea siempre para vosotros espíritu y vida”, ha dicho.

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