El papa Francisco ha recibido esta mañana en el Vaticano al Pontificio Colegio Norteamericano. En su discurso a los futuros sacerdotes de Estados Unidos, el Pontífice ha comenzado recordándoles que la Iglesia está inserta en el camino sinodal “para discernir cómo ayudar a los miembros del pueblo santo de Dios a vivir el don de la comunión y a convertirse en discípulos misioneros”.
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Y es que “este es también el reto y la tarea que estáis llamados a asumir mientras recorréis juntos el camino hacia la ordenación sacerdotal y el servicio pastoral”, les ha recordado Jorge Mario Bergoglio. En este sentido, se ha detenido en “tres elementos esenciales” para la formación sacerdotal: el diálogo, la comunión y la misión. Todos ellos explicados a través del Evangelio de Juan (Jn 1,35-42).
Diálogo
“A lo largo de vuestra vida y especialmente en este tiempo de formación seminarística, el Señor entra en diálogo personal con vosotros”, ha comenzado diciendo el Papa, para luego pedirles que hablen con Él “abriendo vuestro corazón y entregándoos a Él con confianza en la fe y en el amor”.
Para Francisco, “se trata de cultivar una relación cotidiana con Jesús, alimentada sobre todo por la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la ayuda del acompañamiento espiritual y la escucha silenciosa ante el Sagrario. No lo olvides nunca: escucha en silencio ante el Sagrario”.
Comunión
“El camino de la formación sacerdotal exige una comunión constante: en primer lugar con Dios, pero también con los que están unidos en el cuerpo de Cristo, la Iglesia. Os invito a mantener los ojos abiertos tanto al misterio de la unidad de la Iglesia, manifestada en su legítima diversidad, pero vivida en la unicidad de la fe, como al testimonio profético de caridad”, ha afirmado.
Misión
“Siempre que Jesús llama a hombres y mujeres, lo hace para enviarlos, en particular a los más vulnerables y a los marginados de la sociedad, a quienes no solo estamos llamados a servir, sino de quienes también podemos aprender mucho”, les ha explicado Francisco.
Y ha concluido: “La gente de hoy necesita que escuchemos sus preguntas, sus angustias y sus sueños, para que podamos acompañarla mejor hacia el Señor, que reaviva la esperanza y renueva la vida de todos”.