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Papa Francisco: “Las concertinas son un crimen”





Francisco no deja margen para la duda. “Cuando ponés concertinas para que no se escapen… Es un crimen. Es un crimen”. Es la condena que lanza cuando se le pregunta sobre los obstáculos que pone Europa a quienes buscan tocar tierra desde el continente africano, con la mirada puesta en las vallas de Ceuta y Melilla. Así lo expresa en la entrevista que el Papa ha concedido a Mundo Negro, la publicación mensual de los misioneros combonianos españoles que, desde abril de 1960, es brújula del continente negro, no solo para la Iglesia, sino también para los Gobiernos y diplomáticos que ven en esta revista un termómetro en materia social y política.



En el transcurso del diálogo mantenido el 15 de diciembre, Javier Fariñas, redactor jefe de la revista, pone sobre la mesa el polémico intento de medio millar de migrantes que buscaron acceder a Melilla del pasado 24 de junio y que ha puesto contra las cuerdas a ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, al provocar varias decenas de heridos y, al menos, 23 muertos. En la antesala de la Navidad, la Fiscalía archivaba la causa al no ver indicios de delito en la actuación de los agentes de la Guardia Civil, y descartando toda omisión de socorro.

“El debate en España se ha llevado más a lo político que a lo humanitario”, comenta Fariñas al Papa en los palacios apostólicos, en presencia del cardenal comboniano Miguel Ángel Ayuso y el director de Editorial Mundo Negro, el religioso Jaume Calvera. “Tenemos que implantar el debate humanitario”, corresponde el pontífice argentino.

Pastoral civil

“¿Qué nos perdemos cuando ponemos vallas y obstáculos para frenar o impedir su llegada?”, se le pregunta al Papa sobre los extranjeros que buscan dar un salto de presente y futuro. “Esos países que tienen un índice demográfico por el suelo, que tienen necesidad de gente, que tienen pueblos vacíos y no saben gestionar la inserción de migrantes”, critica Francisco del mundo desarrollado, para recordar una vez más las cuatro patas de su pastoral en este asunto que eleva a categoría civil: “El migrante tiene que ser recibido, acompañado, promovido e integrado”. Si no se integra, es malo”.

En este extremo, en el marco de la conversación, el Papa no duda en echar mano de ‘Hermanito’ (Blackie Books), una obra de Ibrahima Balde y Amets Arzallus Antia, esto es, de un joven guineano y un periodista francés. Francisco explica que el libro, del que ya habló durante su viaje a Malta en abril del pasado año, repasa la historia de “un chico que va a buscar a su hermano y llega a España”: “lo que tuvo que sufrir para llegar ahí, los campos de concentración del norte de África, toda una industria donde la carne humana es lo que mercanteás”.

Al hilo de esta cuestión, Francisco recuerda además cómo “una jefa de gobierno dijo una vez que el problema de las migraciones hay que resolverlo en África, ayudando a África a que sea cada vez más señora de sí misma”. El Obispo de Roma, comparte esta reflexión, pero apostilla a continuación que “lo que hay es que África está para saquearla”.

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