“En un mundo en el que no hay lugar para la fragilidad”, ha dicho Francisco, “la cultura del cuidado, personificada por el buen samaritano, actúa en sentido contrario. No aparta la mirada, se acerca al herido con compasión y cuida a esa persona que otros habían ignorado. Esta parábola indica una línea precisa de comportamiento”. Así lo ha expresado el Papa durante su audiencia con los representantes de la Federación Nacional de Órdenes de Técnicos Sanitarios en Radiología Médica y de las Profesiones Sanitarias Técnicas, Rehabilitadoras y Preventivas, que ha tenido lugar hoy en el Vaticano.
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Durante su discurso, Francisco ha subrayado la necesidad de poner a la persona “siempre en el centro” y en “todos sus componentes, incluido el espiritual: una totalidad unificada, en la que se integran las dimensiones biológica y espiritual, cultural y relacional, planificadora y ambiental del ser humano en el curso de la vida están armonizados”. Este principio, tal como ha señalado el Papa, “orienta el camino y permite no ceder a la eficiencia estéril ni a la fría aplicación de los protocolos”.
“Las personas enfermas son personas que piden ser atendidas y sentirse cuidadas, por eso es importante relacionarse con ellas con humanidad y empatía. Sin duda con un alto nivel profesional, pero con humanidad y empatía”, ha insistido el Pontífice.
“Pero también vosotros, profesionales de la salud, sois personas, y necesitáis de alguien que os cuide, mediante el reconocimiento de vuestro servicio, la protección de condiciones de trabajo adecuadas y la implicación de un número adecuado de cuidadores, para que el derecho a la salud sea reconocido por todos”, ha continuado.
Valores éticos
Asimismo, Francisco ha reclamado que cada país encuentre sus propias “estrategias y recursos para que todo ser humano tenga garantizado el acceso al tratamiento y el derecho fundamental a la salud”. “¡La salud no es un lujo!”, ha subrayado. “Un mundo que descarta a los enfermos, que no asiste a los que no pueden pagar el tratamiento, es un mundo cínico y sin futuro. Recordemos siempre esto: la salud no es un lujo, es para todos”.
Por ello, el Papa ha finalizado su discurso exhortando a los profesionales de la salud a “mirar siempre a los valores éticos como referencia indispensable para sus profesiones. Los valores, en efecto, bien asimilados y combinados con los conocimientos científicos y las habilidades necesarias, permiten acompañar de la mejor manera posible a las personas que se les confían”.