La “electricidad del Espíritu Santo” da a luz a ‘Celeste y la fortaleza’

“El Señor me ha puesto en este camino fruto de intentar poner mi trabajo a su servicio”. Con estas palabras se ha plantado la artista Estefanía Landeras hoy en la presentación de su primer libro infantil, ‘Celeste y la fortaleza’ (Editorial Bendita María), en el espacio O_Lumen (Claudio Coello, 141, Madrid), que ha congregado a medio centenar de personas.

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A Landeras le ha acompañado Sara González -Babanguda-, que comparte protagonismo con Alex Rooney en las ilustraciones de la obra, y Raquel Fernández, responsable de la editorial, en una mesa redonda guiada por el sacerdote salesiano Mateo González Alonso.

Este es el primero de los siete libros de la colección ‘Celeste y los dones’, con los que la autora busca explicar a los más pequeños, a través del arte, los dones del Espíritu: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Landeras ha relatado que hace tres años regresó a España tras una etapa viviendo en Colombia decidida a explotar su vena artística a través de la pintura. “Al llegar, dije: ‘Señor, quiero seguir por este camino. Voy a intentarlo. Ayúdame'”, ha explicado.

Así nació ELA RUAJ -las iniciales de su nombre y apellidos, y la palabra hebrea ‘ruaj’, que se traduce como ‘espíritu’-. “Era así porque todo era del Espíritu”, ha apostillado. “Un Espíritu, que para mí es eléctrico”, ha agregado. Entonces comenzó una serie de siete cuadros dedicado a cada don. Precisamente estos cuadros, en técnica mixta sobre lienzo, se encuentran entre las páginas del libro infantil

¿Qué encontrar en ‘Celeste y la fortaleza’?

Esta madrileña de 42 años y madre de cinco hijos se sirve de Celeste, una niña de ocho años que tiene un amigo diferente, una libélula llamada Ruaj. Juntos recorrerán a lo largo de esta colección el camino hacia la fuente de la felicidad.

“Vivir la perdida de un ser querido y sobrellevar su ausencia con esperanza en la vida eterna es posible gracias al don de la fortaleza si nos abrimos a la acción del espíritu Santo en nuestras vidas”, destaca la autora –miembro del Camino Neocatecumenal– sobre este primer relato.