El papa Francisco ha recibido este sábado, en el Palacio Apostólico Vaticano, a la Comunidad del Pontificio Colegio de Propaganda Fide, con motivo del cuarto centenario de su fundación. Durante su discurso, el Pontífice ha recordado que toda la Iglesia está llamada hoy a una “conversión pastoral y misionera”, también en la formación de los futuros sacerdotes.
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En este sentido, Francisco ha dibujado algunas de las características “más importantes a cuidar y potenciar durante la formación inicial”, para ser “verdaderamente discípulos-misioneros cercanos a Dios ya los hermanos y hermanas”.
La primera de ellas es, tal como la ha nombrado el Papa, “el coraje de la autenticidad”. Y es que “nuestra cercanía a Dios y a los hermanos y hermanas se realiza y fortalece en la medida en que tenemos el coraje de despojarnos de las máscaras que llevamos puestas, tal vez para parecer perfectos, impecables y respetuosos, o simplemente mejores”.
Por eso, el Papa ha animado a presentarse ante los demás “sin pantallas, por lo que somos, con nuestros límites y contradicciones, superando el miedo a ser juzgados por no corresponder a un modelo ideal, que muchas veces sólo existe en nuestra mente”. Además, ha recordado que los misioneros “somos creíbles no por el vestido que llevamos o por las actitudes exteriores, sino por un estilo de sencillez y sinceridad. Esto es transparencia”.
Salir de uno mismo
“La credibilidad reconocida en Jesús por las personas que se encontraban con él procedía de la armonía que se veía en él entre lo que anunciaba y lo que hacía”, ha añadido el Papa. “Así que, por favor, no tengáis miedo de mostraros como sois, especialmente a aquellos hermanos mayores que la Iglesia pone a vuestro lado como educadores”, ha aseverado.
“Una segunda característica que me gustaría mencionarte es la capacidad de salir de uno mismo”, ha continuado Francisco. “La vida de fe es un ‘éxodo’ continuo, una salida de nuestros esquemas mentales, del encierro de nuestros miedos, de las pequeñas certezas que nos tranquilizan. De lo contrario, corremos el riesgo de adorar a un Dios que es sólo una proyección de nuestras necesidades, y por lo tanto un ‘ídolo’, y ni siquiera experimentar encuentros auténticos con los demás”, ha explicado.
Finalmente, el Papa ha subrayado una última característica del discípulo-misionero: la apertura al diálogo. “Ante todo dialogar con Dios, en la oración, que es también un éxodo de nuestro ego para acogerlo, mientras habla en nosotros y escucha nuestra voz. Y luego al diálogo fraterno, en una apertura radical al otro”, ha dicho.