Perú sigue sumida en un clima de violencia desde la destitución del expresidente Pedro Castillo tras su intento de disolver el Congreso.
El cardenal Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo y primer vicepresidente del Episcopado, ha reconocido a Vida Nueva que “vivimos tiempos de angustia, de zozobra”, y que, “de alguna manera, estamos recogiendo lo que hemos sembrado: enemistad, enfrentamiento, insultos con razones imperdonables, porque no hay ese respeto fundamental a la persona”.
Barreto considera que “hay un embalsamiento de promesas incumplidas, y esto nos hace tomar conciencia de abrir espacios para una serena calma y recuperar nuestra posibilidad de reflexionar sobre lo que debemos hacer para que el Perú se enrumbe por el camino de la paz, de la justicia; para que no haya impunidad ante los delitos gravísimos cometidos, que atentan contra la vida y los derechos de las personas”.
Laura Vargas, actual secretaria del Consejo Interreligioso y laica de amplia trayectoria en la pastoral social del Perú, explica a esta revista que tras la marcha de Castillo “hay una irrupción de demandas disímiles que se van juntando”: restitución del expresidente, una asamblea constituyente, elecciones generales para que salgan todos. “Hay cosas que no se pueden, nos guste o no”, en medio de una situación “compleja, difícil y grave”.