A decir del obispo Mark J. Seitz, del Comité de Migración de la USCCB, el documento ha “proporcionado un marco moral importante que ha informado sobre el compromiso de la Iglesia en el tema de la migración”
Este 22 de enero se cumplieron 20 años de que los obispos de Estados Unidos y México firmaron la carta pastoral “Juntos en el camino de la esperanza; ya no somos extranjeros”, respecto de la cual el presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), el obispo de El Paso, Mark J. Seitz, consideró que ha “proporcionado un marco moral importante que ha informado sobre el compromiso de la Iglesia en el tema de la migración“.
Dicho documento de los obispos aborda la necesidad de gestionar la migración entre los dos países de manera más humana y enfatiza la importancia de proporcionar atención pastoral a los recién llegados.
“La carta también -subrayó Seitz- muestra una parte de la identidad de la Iglesia que es afirmada con frecuencia por el papa Francisco: somos una Iglesia que trasciende las fronteras, en la que nadie es visto como desechable y todos son bienvenidos“.
El obispo Seitz llamó a los católicos a reflexionar en la carta pastoral, pues “señala la solidaridad que existe a través de las fronteras nacionales y la importancia de trabajar juntos para abordar cuestiones complejas”.
Seitz recordó que si bien “gran parte de nuestro panorama social y político ha cambiado durante los últimos veinte años, la Iglesia es inquebrantable en su compromiso de caminar con los recién llegados, especialmente con los más vulnerables”.
Agregó que lo anterior se hace evidente en el trabajo de las organizaciones católicas a lo largo de la frontera con México y en todo el país, “signos visibles del amor de Cristo, expresados a través de la virtud de la hospitalidad”.
La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos afirmó que a 20 años de la carta, la necesidad de una reforma del sistema de inmigración de los Estados Unidos solo se ha hecho más evidente.
La Iglesia -dijo- sigue reconociendo como en el documento, que “la migración entre nuestros dos países es necesaria y beneficiosa… algunos aspectos de la experiencia de los migrantes están lejos de la visión del Reino de Dios que Jesús proclamó: muchas personas que buscan migrar están sufriendo, y en algunos casos, muriendo; se vulneran los derechos humanos, se separan las familias; y continúan las actitudes racistas y xenofóbicas”.