En Chile, la celebración de San Sebastián el 20 de enero tiene su eje en un pequeño poblado: Yumbel. Pertenece a la arquidiócesis de Concepción a 70 kilómetros al oriente de esa ciudad y 490 al sur de Santiago, con poco más de 20 mil habitantes. En estos días llegan hasta allí cientos de miles de peregrinos devotos de San Sebastián.
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La alegría de volver a una celebración presencial este año ocurrió en un fin de semana ya que el santuario programó actividades litúrgicas de viernes a domingo.
Cambiar nuestra vida
Con algunas decenas de miles de personas, el viernes a las 10,30 am. presidió la Eucaristía el arzobispo de Concepción, Fernando Chomalí. En su homilía dijo que asistir al santuario “es un momento en el que podemos cambiar nuestra vida y vivir según la felicidad que nos ofrece Dios, que no es la que nos ofrece el mundo, es una felicidad más profunda que se vive en el mandamiento del amor. Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo”.
Asimismo agradeció a los peregrinos presentes en el Campo de Oración: “Cada uno es una flor maravillosa que alimenta el jardín de la Iglesia. En sus lugares, en sus barrios, en sus familias, están llamados a ser testimonio del amor de Dios, a mostrar la misericordia de Dios y a sobre todo vivir según las categorías de Dios y no según las categorías del hombre”.
Chomalí llamó a hacer el bien, “un bien concreto, un bien real. Nuestra fe es concreta (…) No sacamos nada con decir que amamos a Dios, si no amamos al prójimo, si no nos queremos como hermanos. La fraternidad es un signo maravilloso que nosotros tenemos que dar en un momento en que hay tanta odiosidad”, puntualizó el arzobispo.
Otras celebraciones ese mismo día fueron presididas por el obispo de Los Ángeles, Felipe Bacarreza, y los obispos auxiliares de Concepción Bernardo Álvarez y Oscar García.
Posteriormente, a las 17.00 horas la tradicional procesión en honor a San Sebastián recorrió algunas calles de Yumbel.
“Paz que solo se encuentra aquí”
Irma Mautz, viajó con su familia desde La Unión, 450 kilómetros al sur de Yumbel, expresó su alegría de volver a participar ya que “es una experiencia muy bonita que te reconforta mucho, llegas a tu casa con una paz que solo se encuentra aquí”.
Teresa Saavedra de Hualpén, en Concepción, confesó que volver al Santuario le recuerda a su padre, quien “me inculcó la fe en San Sebastián y, por supuesto, en nuestro Señor. Por eso en mi mente está el recuerdo de ellos (…) Se llena el espíritu de alegría, de gozo al poder reencontrarnos con nuestro Santo“.
También en la diócesis de Osorno la parroquia San Sebastián recibió una multitud de devotos, especialmente en la eucaristía presidida por el obispo Jorge Concha, ofm, quien en su homilía expresó que en este día “nos une San Sebastián, le damos gracias a Dios y es oportunidad también para que nosotros, junto al corazón agradecido, a las palabras y actitud agradecida de cada uno, pongamos nuestra atención en aquello que movió a este Santo de los primeros siglos de nuestra era: la fe”.
El obispo agregó que San Sebastián “conoció a Jesús, como lo conocemos todos aquí, y seguramente a Sebastián le resonaron de un modo muy particular las palabras del Evangelio, las palabras y el ejemplo de Jesús”. “Su fe estaba muy fuerte en su corazón, continuó Concha, y le permitió enfrentar las adversidades de la vida con mucha entereza, lo que nos muestra una fe inquebrantable. Seguramente él escuchó el texto que hemos escuchado nosotros hoy: ´Este en mi mandamiento ámense los unos a los otros como yo los he amado, no hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Permanezcan en mi amor´”.
En muchas diócesis chilenas hay una parroquia dedicada a San Sebastián y en ellas se realizaron celebraciones similares, con participación de su respectivo obispo.
Esta celebración de la piedad popular tiene origen en Chile durante la época colonial. Al fuerte español en Yumbel fue trasladada la imagen de San Sebastián, en 1663, según algunas fuentes. Varios otros traslados, algunos debido a terremotos, concluyeron con su ubicación definitiva en el actual templo en 1859 que fue designado santuario, frente a la plaza del actual Yumbel.