“Solo escuchando y hablando con un corazón puro podemos ver más allá de las apariencias y superar los ruidos confusos que, también en el campo de la información, no nos ayudan a discernir en la complejidad del mundo en que vivimos. La llamada a hablar con el corazón interpela radicalmente nuestro tiempo, tan propenso a la indiferencia y a la indignación, a veces sobre la base de la desinformación, que falsifica e instrumentaliza la verdad”. Así lo expresa el papa Francisco en su Mensaje para la 57ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
En el texto publicado hoy sobre la Jornada, que se celebrará el 21 mayo con el lema ‘Hablar con el corazón, en la verdad y en el amor (Ef 4,15)’, el Pontífice recalca que “es el corazón el que nos mueve a una comunicación abierta y acogedora”. “No debemos tener miedo a proclamar la verdad, aunque a veces sea incómoda, sino a hacerlo sin caridad, sin corazón. Un corazón que, con su latido, revela la verdad de nuestro ser, y que por eso hay que escucharlo”, recalca.
En este sentido, continúa: “Esto lleva a quien escucha a sintonizarse en la misma longitud de onda, hasta el punto de que se llega a sentir en el propio corazón el latido del otro. Entonces se hace posible el milagro del encuentro, que nos permite mirarnos los unos a los otros con compasión, acogiendo con respeto las fragilidades de cada uno, en lugar de juzgar de oídas y sembrar discordia y divisiones”.
Jorge Mario Bergoglio ha dividido su Mensaje de este año en cuatro ideas: comunicar cordialmente, la comunicación de corazón a corazón, hablar con el corazón en el proceso sinodal y desarmar los ánimos promoviendo un lenguaje de paz.
“Comunicar cordialmente quiere decir que quien nos lee o nos escucha capta nuestra participación en las alegrías y los miedos, en las esperanzas y en los sufrimientos de las mujeres y los hombres de nuestro tiempo. Quien habla así quiere bien al otro, porque se preocupa por él y custodia su libertad sin violarla”, señala.
Para Francisco, “en un periodo histórico marcado por polarizaciones y contraposiciones –de las que, lamentablemente, la comunidad eclesial no es inmune–, el compromiso por una comunicación ‘con el corazón y con los brazos abiertos’ no concierne exclusivamente a los profesionales de la información, sino que es responsabilidad de cada uno. Todos estamos llamados a buscar y a decir la verdad, y a hacerlo con caridad”.
Según explica el Papa, “a veces, el hablar amablemente abre una brecha incluso en los corazones más endurecidos. Lo necesitamos en el ámbito de los medios para que la comunicación no fomente el rencor que exaspera, genera rabia y lleva al enfrentamiento, sino que ayude a las personas a reflexionar con calma, a descifrar, con espíritu crítico y siempre respetuoso, la realidad en la que viven”.
“Uno de los ejemplos más luminosos y, aún hoy, fascinantes de ‘hablar con el corazón’ está representado en san Francisco de Sales. Este año 2023 celebramos el centenario de su proclamación como patrono de los periodistas católicos. ‘Basta amar bien para decir bien’ era una de sus convicciones. Ello demuestra que para él la comunicación nunca debía reducirse a un artificio –a una estrategia de marketing–, sino que tenía que ser el reflejo del ánimo, la superficie visible de un núcleo de amor invisible a los ojos”, subraya.
A través de sus escritos y del testimonio de su vida, “el santo obispo de Ginebra nos recuerda que ‘somos lo que comunicamos’. Una lección que va contracorriente hoy, en un tiempo en el que, como experimentamos sobre todo en las redes sociales, la comunicación frecuentemente se instrumentaliza, para que el mundo nos vea como querríamos ser y no como somos. Que los profesionales de la comunicación se sientan inspirados por este santo de la ternura, buscando y contando la verdad con valor y libertad”, agrega.
“De una escucha sin prejuicios, atenta y disponible, nace un hablar conforme al estilo de Dios, que se nutre de cercanía, compasión y ternura. En la Iglesia necesitamos urgentemente una comunicación que encienda los corazones, que sea bálsamo sobre las heridas e ilumine el camino de los hermanos y de las hermanas”, destaca.
Asimismo, afirma que sueña con “una comunicación eclesial que sepa dejarse guiar por el Espíritu Santo, amable y, al mismo tiempo, profética; que sepa encontrar nuevas formas y modalidades para el maravilloso anuncio que está llamada a dar en el tercer milenio. Una comunicación que ponga en el centro la relación con Dios y con el prójimo, especialmente con el más necesitado, y que sepa encender el fuego de la fe en vez de preservar las cenizas de una identidad autorreferencial”.
En este último punto, Bergoglio insiste en que “hablar con el corazón es hoy muy necesario para promover una cultura de paz allí donde hay guerra; para abrir senderos que permitan el diálogo y la reconciliación allí donde el odio y la enemistad causan estragos”. “En el dramático contexto del conflicto global que estamos viviendo, es urgente afirmar una comunicación no hostil. Necesitamos comunicadores dispuestos a dialogar, comprometidos a favorecer un desarme integral y que se esfuercen por desmantelar la psicosis bélica que se anida en nuestros corazones”, añade.
Para el Pontífice, se necesita “comunicadores no ensimismados, sino audaces y creativos, dispuestos a arriesgarse para hallar un terreno común donde encontrarse”. Y continúa: “Como hace sesenta años, vivimos una hora oscura en la que la humanidad teme una escalada bélica que se ha de frenar cuanto antes, también a nivel comunicativo. Uno se queda horrorizado al escuchar con qué facilidad se pronuncian palabras que claman por la destrucción de pueblos y territorios. Palabras que, desgraciadamente, se convierten a menudo en acciones bélicas de cruel violencia”.
A este respecto, reclama la necesidad de “rechazar toda retórica belicista, así como cualquier forma de propaganda que manipule la verdad, desfigurándola por razones ideológicas. Se debe promover, en cambio, en todos los niveles, una comunicación que ayude a crear las condiciones para resolver las controversias entre los pueblos”.
Francisco concluye su Mensaje dirigiéndose a Él: “Que el Señor Jesús, Palabra pura que surge del corazón del Padre, nos ayude a hacer nuestra comunicación libre, limpia y cordial. Que el Señor Jesús, Palabra que se hizo carne, nos ayude a escuchar el latido de los corazones, para redescubrirnos hermanos y hermanas, y desarmar la hostilidad que nos divide. Que el Señor Jesús, Palabra de verdad y de amor, nos ayude a decir la verdad en la caridad, para sentirnos custodios los unos de los otros”.