La teóloga ha intentado responder, en la Semana de Teología Pastoral, a la pregunta que guía las jornadas: ¿Qué cristianismo crea futuro?
¿Qué cristianismo crea futuro? A la pregunta que ha guiado la XXXIII Semana de Teología Pastoral del Instituto Superior de Pastoral (ISP) –que se ha celebrado desde el martes 24 de enero hasta hoy en el Auditorio Ángel Herrera del ISP en Madrid– ha intentado responder la teóloga Cristina Inogés durante su reflexión en la ponencia que pone fin a las jornadas.
“Saber claramente qué cristianismo crea futuro sería tener la clave con la solución a muchos problemas. Esa clave no la tengo, pero sí tengo claro que el cristianismo que crea futuro deberá ser un cristianismo cada vez más ‘des-eclesializado’, porque la Iglesia con su estructura de difícil dominio, su visión narcisista de sí misma como meta y no camino, que es lo que siempre debió ser, ha terminado por ahogar la frescura, la fuerza subversiva y transgresora del cristianismo original”, ha comenzado denunciando.
Según Inogés, “cuando se pasa y emplea mucho tiempo hablando con personas de toda clase, se ve claramente que ni Dios, ni el Evangelio son los problemas para creer. El problema es esta forma de Iglesia que tenemos ahora”.
Para la teóloga, “el hecho de ser más o menos numerosos debería ser lo último que nos preocupara, ya que, al acercarnos al Evangelio, cuando Jesús busca algo con lo que comparar el Reino de Dios, siempre acude a lo más pequeño para mostrar lo que es más grande, a lo más humilde para alejarlo del peligro del poder, y a lo menos numeroso para manifestar que la cantidad no es importante”.
Como ha señalado, “cuando digo resetear, me refiero a recuperar, o a intentarlo al menos, el cristianismo como forma de vida que, en el origen del Maestro que nos lo enseñó, Jesús de Nazaret, no tenía estructura religiosa alguna. Eso vino muy poco después con Pablo. A nosotros nos va a tocar repensar y resetear algunas cuestiones que tenemos oxidadas”.
“Empatizar es una de las formas de acariciar el alma más sutiles, y a la vez evidentes que podemos manifestar como cristianos. En un mundo cada vez más individualista y egocéntrico, dedicar tiempo sin tiempo a alguien, es decir, sin límites, es una gran apuesta y, en algunas ocasiones, la prueba de fuego a superar”, ha señalado.
“Necesitamos un cristianismo que, poco a poco deje emerger a la Verdad, una Verdad que se muestra en un continuo desvelamiento… No me refiero al desvelamiento que se produce en el misticismo de los éxtasis y los arrobamientos, me refiero al que transforma la vida tras el encuentro con Cristo resucitado”, ha destacado.
“Hay que sentirse cristianos libres, lo que no significa ir cada uno por un lado, sino ser coherentes con la vida evangélica frente a la vida cuadriculada de preceptos y normas, de leyes y tradiciones que pudieron tener su valor en su día y que, sin embargo, ahora como mucho resultan sorprendentes y no para bien”, ha mantenido Inogés.
En este sentido, la teóloga ha destacado que “la humildad nos hace personas, la soberbia, masa”.
“Ser profetas no es ir siempre y solamente clamando y gritando. Muchas veces el profetismo es voz tan susurrante como implacable”, ha dicho Inogés, para luego resaltar: “Ese profetismo susurrante tiene que ser a la vez transgresor, no tranquilizador por la sencilla razón de que su fuente, el Evangelio, ayuda y serena, pero también cuestiona, provoca y descentra”.
Para Inogés, “lo que debemos resetear es cómo entendemos la mesa, la llamada a la mesa, los lugares que ocupamos en ella, y si todos tenemos cabida en ella”. “La mesa puede ser un excelente lugar para volver a construir esa comunidad perdida -ha continuado-, esa comunidad ansiada y deseada. Sin embargo, para eso, habrá que hacer algunos cambios.
“Este es el tema más espinoso porque, evidentemente, la transparencia atraviesa las dos realidades que más cuestionan el poder crear futuro honestamente: la realidad de los abusos y la formación en los seminarios“, ha subrayado. “Ambas realidades necesitan ser vistas con la nitidez de un cristal impoluto, sin la menor sombra. Ambas realidades no afectan solo a la Iglesia, sino al cristianismo”, ha añadido.
“El cristianismo no es algo del pasado, el cristianismo sigue aconteciendo en la historia, por lo tanto habrá que hablar y actuar consecuentemente con sus cuatro puntos fundamentales: la encarnación, la crucifixión, la resurrección y Pentecostés”, ha apuntado.
“Si el misterio de la Encarnación continua formando parte de nuestra historia, Cristo seguirá entrando en ella de mil maneras inimaginables para nosotros ahora, pero tan válidas y ciertas como la que aconteció hace ya dos mil años. Y no solo seguirá entrando en la historia, sino que lo hará en diferentes culturas y, por tanto de maneras diferentes”, ha dicho convencida.
También la muerte, “la crucifixión, sigue presente en la historia”. “La muerte es un paso más de la vida hacia la Vida. Esto, en un mundo que oculta el sufrimiento en el entorno cercano, que no acepta la fealdad de la muerte y también la esconde, no será fácil de mostrar, pero sí necesario porque sin muerte no habrá Pascua posible”, ha puntualizado.
Como ha indicado, “la resurrección no es creer solamente que estamos llamados a compartir la inmortalidad de Dios, es ese continuo pasar de las muchas muertes que caben en la vida, a una vida más plena; pasar de la violencia de la muerte, a la vida del perdón; pasar del silencio miedoso a la fiesta de la Palabra compartida; pasar de los obstáculos que nos empeñamos en crear, a la libertad que el amor implica”.
Este último punto, “quizá sea el punto más revolucionario para nosotros. Saber contar de forma clara y sencilla, pero no simplista, será una clave. El mensaje debe ser el mismo solo que dicho de otra manera, al menos en su aspecto lingüístico, porque el mensaje tiene que ser creíble para ser un espacio de encuentro, de diálogo, de conocimiento mutuo, de respeto, y de reconciliación que tanta falta hace”.
Inogés ha concluido su exposición llamando a “aprender a estar y no tanto a hacer”. Según sus palabras, “el retorno de muchos, la llegada de nuevas personas al cristianismo no se conseguirá con documentos, conciertos, apertura de puertas, o concentraciones juveniles. Crearemos futuro si nos atrevemos a estar fuera de los muros de las iglesias”, ha subrayado.