El verano en Punta Arenas ofrece días más largos, con temperaturas que apenas alcanzan los 20° Celsius. Aunque es tiempo de vacaciones la mayor parte de las actividades se realizan en recintos cerrados.
Ya es una tradición que durante enero se organicen los Centros de Vacaciones (CEVAS) durante dos semanas, con participación abierta para niños y niñas de las parroquias de la ciudad. Los 52 años de historia que ya tiene esta experiencia ha sido replicada en toda la diócesis y en varias otras del país.
Durante el año se preparan los monitores con metodologías y contenidos para aplicar en los Cevas. Se trata de jóvenes, mujeres y hombres, de la pastoral juvenil que este año llegaron a ser 205 a cargo de la animación de los 650 niñas y niños que participaron con el lema “En Cevas dejemos huellas de amor y paz, jugando y cantando llevemos alegría a la comunidad”.
Una actividad destacada, que atrajo gran cantidad de público, fue “Los Cevas le cantan a Magallanes”, realizada el viernes 13 en la Plaza Muñoz Gamero con participación de los centros de todas las parroquias.
Con los Cevas, la Iglesia se propone “acompañar el periodo de vacaciones y momentos de esparcimiento de niños y niñas, con los valores del Evangelio, dentro del seno de la iglesia católica para formar cristianos comprometidos con las necesidades de sus hermanos, a través de un trabajo conjunto con jóvenes y adultos, quienes se esfuerzan por crecer en espiritualidad y expresan su solidaridad en un servicio alegre, reflejo del Reino de los Cielos”.
Destacan como objetivos: evangelizar a los niños y jóvenes en tiempo de vacaciones; formar a los monitores (as) durante el año; servir a los niños y niñas, especialmente a los más pobres y desprotegidos; y lograr que los niños tengan recreación alegre y sana en su sector durante su tiempo libre y momentos de esparcimiento.
Esta actividad se inició en 1971 cuando el salesiano belga Hugo Cornelissen, aliado con el entonces párroco de Nuestra Señora de Fátima, Alejando Goic, más tarde obispo, la organizan por primera vez sólo en esa parroquia. Su éxito y rica proyección convenció a otros párrocos para extenderla hasta cubrir toda la diócesis de Punta Arenas y, más tarde, otras diócesis chilenas.
Cuando Goic fue hecho obispo auxiliar de Concepción llevó esta experiencia a su nueva diócesis donde encontró un ambiente propicio para consolidarla y llevarla a su máxima expresión hasta llegar a ser una actividad arquidiocesana.
En reuniones semanales preparaban las actividades para hacer con los niños, adecuando una metodología que combinaba lo lúdico, con lo espiritual y con la formación. Llegaron a participar más de veinte mil niños en un verano, con más de dos mil monitores, en toda la arquidiócesis, durante dos semanas.
En Punta Arenas, este verano, nuevamente, los Cevas han reunido cientos de niños y niñas. Su larga trayectoria les permite contar con diversos apoyos que la enriquecen y facilitan: información de los medios de comunicación, alimentos desde organismos del Estado y de privados, organismos eclesiales que aportan integrantes con experiencias para los contenidos y las metodologías.
El verano de Punta Arenas ha vuelto a entibiarse con la alegría, el entusiasmo y la ternura de quienes han participado en los centros de vacaciones.