“El terrorismo islámico es un problema de toda la sociedad europea y debemos actuar de forma unida y sabiendo que hay latente un problema. Hay personas que matan en nombre de un dios o en nombre de una religión. Y, sin embargo, nosotros, desde hace muchos siglos, no verá usted a un católico o a un cristiano matar en nombre de su religión o de sus creencias. Y hay otros pueblos que tienen algunos ciudadanos que sí lo hacen”. Palabra del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo.
De esta manera se expresaba ayer por la tarde en un coloquio en el Círculo Ecuestre de Barcelona en relación al ataque en Algeciras en el que un joven marroquí asesinó al sacristán de la parroquia de La Palma, Diego Valencia, e hirió al sacerdote salesiano Antonio Rodríguez. Unos hechos que la Audiencia Nacional está investigando como atentado terrorista de carácter yihadista.
Las palabras de Feijóo encontraron reacción en el Gobierno. La ministra de Educación y portavoz del PSOE, Pilar Alegría, le pidió silencio a través de Twitter: “Hay veces que es mejor permanecer callado y parecer responsable que hablar así”.
Por su parte, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, señaló que no le parece “adecuado” confundir una creencia con un hecho criminal. Asimismo, agregó que cree en “la coordinación, la cooperación, la coordinación institucional y en la diversidad”.
“Si miramos la historia, yo creo que todos tenemos trágicos sucesos donde mirarnos y de los que aprender. Lo que me cuesta creer es que tardemos tanto en aprender como sociedad”, añadió sobre las polémicas declaraciones.
Horas después, tras la repulsa de parte de la sociedad y de la clase política a sus palabras, el líder popular intentaba matizar acusando a los medios de utilizar “torticeramente” sus declaraciones. “No hay un problema de terrorismo católico en el mundo, sí de integrismo islámico”, señalaba para luego completar: “Una cosa es el fanatismo y otra la religión. No se puede criminalizar ninguna religión”.