Los combonianos sentencian: “La visita del Papa a Sudán del Sur es un gran regalo de Dios”

Los combonianos sentencian: “La visita del Papa a Sudán del Sur es un gran regalo de Dios”

El próximo viaje del Papa a República Democrática del Congo y Sudán del Sur “será histórico porque, en 2.000 años, el Papa nunca había hecho una peregrinación conjunta con otros líderes religiosos”, cuenta a Vida Nueva Daniel Moschetti, antiguo provincial de los combonianos en Sudán del Sur. Llegó allí en 2009, cuando solo era un país, y vivió la independencia y el posterior estallido de una guerra civil que parece nunca acabar, a pesar de la firma de varios acuerdos de paz.



“Los militares han pasado de llevar uniformes con galones a ponerse una corbata para ser ministros”, diagnostica Moschetti, quien lamenta que los líderes que se hicieron con el poder tras la independencia en 2011 “no tienen ninguna preparación”, gestionando el poder mientras piensan principalmente en sus familiares.

En un contexto tan complejo como este, Francisco viaja al país, del 3 al 5 de febrero, para sembrar la paz. Es su cuarto intento, tras la suspensión de otras visitas en 2015, 2017 y en 2022.“La visita del Papa es un gran regalo de Dios”, opina Alex Zanotelli, otro comboniano destinado en Sudán entre 1964 y 1973 y exdirector de Nigrizia, la revista especializada en África que su congregación edita en Italia desde 1883.

Buscando un remedio para la guerra

Según este misionero de 84 años, Francisco lleva “muchísimo tiempo” buscando un remedio para la guerra. Y subraya que “fue él quien tuvo la valentía de invitar al Vaticano a los jefes que combaten por el poder y besarles los pies”.

Zanotelli se refiere a un episodio sucedido en abril de 2019, cuando Francisco invitó a un retiro espiritual en Santa Marta al presidente Salva Kiir y al líder de la oposición, Riek Machar. Allí, con el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, y el exmoderador de la Iglesia presbiteriana de Escocia, Iain Greenshields, como testigos, se arrodilló ante los líderes combatientes, les besó los pies y les pidió la paz. “Fue un acto de humillación para hacer lo que sea por el fin de la guerra”, considera el exdirector de Nigrizia.

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