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El modelo Talitha Kum: así luchan las monjas contra la trata





Crecieron en la conciencia de su propio liderazgo, adquirido a partir de la experiencia, el cuidado y el compartir de vida con quienes viven en las periferias. Abanderan la lucha contra la trata de personas, un papel en la Iglesia que las religiosas de Talitha Kum, la red internacional para combatir la trata, han consolidado a lo largo de los años, apoyadas por las superioras generales y reconocidas por los obispos.



Han ido paso a paso como recuerda la hermana Abby Avelino, coordinadora internacional de la red desde el 1 de septiembre pasado, y que explica sin demasiadas palabras lo que significa trabajar ampliando la conciencia sobre el problema.

“Una vez mi párroco dejó fuera del templo a varias personas necesitadas. Fui a hablar con él para explicarle que lo que decía el domingo en la homilía tenía que ponerlo en la práctica. Que no bastaba con la adoración o la oración, que eso tiene que concretarse en la ayuda a la gente”. Abby, de 57 años, nacida en Filipinas y criada en los Estados Unidos, antes de unirse a las Hermanas Dominicas de Maryknoll obtuvo un título en ingeniería y trabajó como ingeniera mecánica y de sistemas.

De aquella discusión con el párroco, dice, aprendió que “a veces no luchamos lo suficiente por lo que creemos que es correcto porque nos sentimos poca cosa. Por eso hay que insistir tanto en la formación”. No es casualidad que Talitha Kum organice cursos de formación en liderazgo desde 2017.

Ejemplo de liderazgo femenino

La hermana Avelino sucede a hermana Gabriella Bottani, comboniana, que ha estado al frente de Talitha Kum desde 2014 y ha supervisado su crecimiento. Nacida hace 15 años en el seno de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), la red es un ejemplo interesante de liderazgo femenino. Hoy reúne a más de 6.000 religiosas católicas, colaboradores y amigos en los cinco continentes, y promueve la colaboración entre redes, lideradas por religiosas organizadas a nivel nacional, regional y continental, donde cada realidad mantiene su identidad única y opera dentro del propio país o región a la vez que la Coordinación Internacional de la UISG apoya en la formación de las redes y sus miembros.

La fuerza de la red radica en su compromiso de base a través de una estrategia de abajo hacia arriba y en su enfoque centrado en la persona y la comunidad, lo que garantiza la proximidad a las víctimas y supervivientes de la trata. “El nuestro es un modelo de liderazgo participativo, porque hay una colaboración real y un intercambio de dones para ayudar a que nuestro servicio sea efectivo: somos religiosas de diferentes Congregaciones y en nuestras elecciones queremos que no solo esté presente la voz de las monjas, sino también la de las personas a las que acompañamos”.

De esta toma de conciencia nació el año pasado un llamamiento, Call to action, dirigido a las religiosas, la Iglesia católica, los líderes religiosos de otras tradiciones religiosas o espirituales, los no creyentes, los colaboradores, los amigos y todas las personas de buena voluntad que comparten la visión de un mundo libre de trata y explotación de personas. El compromiso de la nueva coordinadora, en continuidad con el camino trazado, consistirá en cuidar el crecimiento de todas las redes, así como en fortalecer los lazos de colaboración con organismos vaticanos y con otras realidades.

Dones y recursos

“Acepté este papel de liderazgo dentro de Talitha Kum, abrazando su identidad única, como una red desprovista de estructuras organizativas tradicionales. Trabajando juntos compartimos no solo dones y recursos, sino también un liderazgo común. Creo firmemente que cada uno tiene sus propios dones y que deben manejarse con profunda fe en Dios. Si creemos en nuestro liderazgo, podremos darnos fuerza y apoyarnos unos a otros, recibiendo al mismo tiempo apoyo y fuerza”.

La líder tiene un papel de coordinación que se ejerce de manera diferente a lo que tradicionalmente se da en la jerarquía eclesiástica: si la superiora de un Instituto tiene un carisma orientado al gobierno, las hermanas de Talitha Kum salvan la brecha entre la estructura tradicional y la de la red, en diálogo y corresponsabilidad, no en superposición con las máximas figuras de las Congregaciones. Es importante reconocer que este liderazgo de mujeres consagradas madura en las realidades más marginales y vulnerables y se convierte en herramienta de transformación de la sociedad a partir de los valores del Evangelio. “

“Tenemos una experiencia compartida, dialogamos, esa es la diferencia. En Talitha Kum como coordinadora de Asia tuve que escuchar, negociar, poner sobre la mesa las propuestas de las distintas redes y luego buscar la mediación. Decidimos juntas, en una Coordinadora donde también se incluyen figuras no directivas”. En Asia, indica Abby, “Talitha Kum tiene una reunión mensual entre las coordinadoras de las 14 redes. Mi liderazgo lo ejercía en comparación con mi equipo y con los coordinadores. Y esto, que ha sido mi fuerza, quiero que suceda también en África, América Latina y en los demás continentes. Y aquí en Roma”.

Relación de igualdad

Una elección acorde con la misión de la red. “Nuestra atención a las víctimas y supervivientes de la trata de personas se basa en la creencia de que la dignidad de los oprimidos y explotados se puede restaurar a través de relaciones fraternas”, explica Abby. “En una relación de igualdad, las religiosas caminan con las víctimas por el camino de la curación”.

Un método compartido entre las religiosas de las distintas Congregaciones en red que se ocupan del tema de la trata y que externamente se presentan como una realidad con autoridad propia a nivel eclesial. En Japón, por ejemplo, donde trabajaba Abby, la conferencia episcopal ha incluido la red entre los órganos de la sección de migración, y así, manteniendo su autonomía, Talitha Kum tiene la posibilidad de estar presente en contextos institucionales laicos y dar su opinión sobre el tema de los derechos y la trata en nombre de la Iglesia japonesa.

La hermana Abby recuerda el comienzo de su ministerio en Japón, en la parroquia de San Ignacio en Tokio. “Yo no sabía el idioma, pero entendía perfectamente la condición de las decenas de mujeres extranjeras que venían a la iglesia solo para encontrar un ambiente acogedor”.

Escuchar

Hay muchas historias y muchos rostros que le vienen a la mente. “En Kawazaki montamos una ONG porque hay muchas mujeres filipinas que son víctimas de trata hacia Japón. Se llama Kalakasan, que en tagalo significa “fuerza”. También hemos encontrado casos de trata de los llamados Japanese Filipino Children”. Son hijos de mujeres filipinas y hombres japoneses. Las madres a menudo han sido prostituidas. Los niños, de pocos meses de edad, son confiados a la familia en Filipinas, porque debido al alto coste de la vida no hubieran sobrevivido en Japón.

“Es un fenómeno muy común. El problema es que estos niños, una vez que llegan a la adolescencia, vuelven a Japón donde muchas veces son abusados y explotados. No saben quiénes son, no hablan el idioma y no están integrados. Hemos tratado de ayudarles a encontrar su propia identidad, con un programa que también incluye a las madres”. Los jóvenes están en el centro de los proyectos contra la trata. Por eso, también trabajan en las escuelas. “Escuchamos su punto de vista y aprendemos mucho de lo que nos dicen”, asegura Abby.

Trabajar con las otras hermanas y estudiar juntas, les ayuda a fortalecerse mutuamente. Y resistir incluso en las situaciones más difíciles. “Tenemos un objetivo preciso delante de nosotras que es la lucha contra la trata, y como mujeres consagradas tenemos algo concreto que decir que proviene de una experiencia de vida directa con las víctimas y con quienes han vivido la violencia de la trata. Podemos marcar la diferencia, juntas en red”. Un liderazgo compartido que tiene mucho que decir a la Iglesia en camino sinodal. ¿Una sugerencia? Abby lo expresa a partir de su experiencia: “Antes de pensar en cómo resolver un problema, cuando tienes una persona frente a ti, necesitas cuidar la relación, el encuentro. Escuchar, escuchar y escuchar”.

*Reportaje original publicada en el número de enero de 2023 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

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