El teólogo español Francesc Torralba se encuentra en México, pues impartió la 42ª Cátedra de Arte Sacro ‘Reavivando el espíritu, restaurando el espacio’ en la Universidad de Monterrey, los días 30 y 31 de enero.
Durante su participación, exhortó a los estudiantes universitarios mexicanos a ser agentes de esperanza en un mundo donde hay tanto desencanto y desesperación.
Y es que –consideró- el ser humano es capaz de trascender nuestros instintos destructivos y encontrar mecanismos de resolución de los problemas a través de la palabra, el consenso, el pacto, la negociación.
Al referirse al tema central de la cátedra, Torralba consideró que los católicos necesitan reavivar el espíritu, y para ello lo primero que deben hacer es no caer en la autocensura.
“A veces hay una tendencia a ocultar o simplemente a callar nuestras convicciones, nuestra esperanza, nuestra fe; muchas veces hay una tendencia al silencio, a la ocultación, al miedo a expresar de un modo claro, sin temor, eso que creemos“, consideró.
Por ello, llamó a dar visibilidad a lo que se quiere, “expresarlo, salir del armario espiritual”, pues muchas veces “nos encerramos en el armario por miedo a lo que dirán, por miedo a la crítica o a no quedar bien, a no gustar o a no cumplir expectativas”.
Lo segundo –continuó el teólogo- es cultivar la virtud de la esperanza: “de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, la que urge desarrollar -en un contexto de desánimo, desencanto y narrativas apocalípticas- es la esperanza“.
Sin embargo, dejó en claro que esta cultura de la esperanza debe tener legitimidad intelectual, “que no sea un optimismo frívolo o una mirada ingenua”.
Francesc Torralba aseguró que la violencia siempre será una derrota, un mal, una expresión de analfabetismo emocional, una incapacidad de gestionar adecuadamente las emociones tóxicas que vivimos y que al final se expresan de un modo agresivo, frente a las personas más vulnerables y que acaban generando todo tipo de desastres y calamidades a nivel físico y emocional.
Y ante ello –explicó- hay que tener esperanza y la conciencia de que somos seres capaces de resolver nuestros problemas, diferencias, conflictos de valores, sociales, políticos, económicos y familiares, mediante la palabra, el diálogo, la mediación, y a través de mecanismos de no violencia.
En este sentido, consideró conveniente reflexionar más, y sobre todo difundir, figuras que son ejemplares en la no violencia, “figuras muy olvidadas: Mahatma Gandhi, Martin Luther King o Nelson Mandela, que han conseguido grandes sueños sin recurrir a la agresión, al destrozo, a la humillación”.
Respecto a la 42ª Cátedra de Arte Sacro, el teólogo español aseguró que es un ejemplo de “cultura del encuentro, cultura del diálogo, cultura ecuménica y diálogo entre creyentes y no creyentes”.
“Se trata de un encuentro entre cosmovisiones distintas, y una cátedra de esta naturaleza esto lo hace posible. Yo vengo de muy lejos, desde Barcelona, y aquí hay personas de distintas edades, de distintas profesiones, de distintos rangos académicos: jóvenes, adultas, seminaristas, laicos, laicas. Por tanto, una primera virtud es que salimos de nuestros entornos cerrados, de nuestras burbujas, de nuestros ámbitos muy compartimentados”.
Una cátedra de esta naturaleza -destacó- “permite introducir un discurso que no es habitual en la universidad; reflexionar sobre el arte, la belleza, sobre lo sacro y lo profano, sobre el estado anímico del mundo”.
“Es una presencia de la vida de fe en contextos seculares o laicos; a nadie se le escapa que la universidad es un entorno muy secularizado donde a veces la dimensión de fe, la dimensión religiosa y espiritual está como eclipsada, olvidada o perdida, y una cátedra de arte sacro es una ocasión para visibilizar esta experiencia, para darle contenido, para abrir esta experiencia a personas”, concluyó Torralba.
Foto: Udem