En la Basílica de Santa Maria Maggiore de Roma ha tenido lugar esta tarde la celebración eucarística con motivo de la XXVII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, presidida por el cardenal João Braz de Aviz, prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Al estar el papa Francisco inmerso en su visita apostólica a RD Congo y Sudán del Sur, ha enviado un mensaje para esta ocasión que ha sido leído por el purpurado al comienzo de la eucaristía.
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“Todos juntos somos miembros de la Iglesia, y la Iglesia ha sido misión desde el primer día, enviada por el Señor Resucitado, y lo será hasta el final, con la fuerza de su Espíritu”, señala el Papa en su mensaje, subrayando, además, que “entre el Pueblo de Dios, enviado a llevar el Evangelio a todos los hombres, vosotros, consagrados, tenéis un papel especial, que deriva del don particular que habéis recibido: don que da a vuestro testimonio un carácter y un valor especial, por el mismo hecho que estáis enteramente entregados a Dios ya su Reino, en pobreza, virginidad y obediencia”.
Anunciar el evangelio
Además de este “don fundamental”, la misión de los consagrados “se enriquece con los carismas de vuestros institutos y sociedades, los carismas de vuestros fundadores y fundadoras”. “En su estupenda variedad, todos son dados para la edificación de la Iglesia y para su misión”, recuerda el Papa.
“Todos los carismas son para la misión, y lo son precisamente con la incalculable riqueza de su variedad; para que la Iglesia pueda dar testimonio y anunciar el Evangelio a todos y en todas las situaciones”, ha aseverado, animándoles a “seguir adelante en vuestra misión profética”.