El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha dado un giro al tradicional Desayuno Nacional de Oración. En primer lugar, sacando este tradicional encuentro entre políticos y representantes religiosos del entorno donde se solía celebrar con Donald Trump (en un lujoso hotel de la gama Hilton) y llevándolo al Capitolio. Por otro lado, pronunciando un discurso que ha apelado a la unidad, alejado de tintes partidistas, y en el que ha mostrado su compromiso con las distintas expresiones de la fe.
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De esta manera, Biden agradeció a los miembros su presencia en el desayuno y aplaudió el esfuerzo reciente por convertir este evento en una “reunión más íntima” y “devolverlo a sus raíces”, ya que los organizadores de pasadas ediciones –un lobby evangélico– han tratado de “despolitizar el evento”.
“El mundo está cambiando”, dijo Biden durante el encuentro. “Es un momento de gran división en el que nuestra democracia está en grave riesgo”, ha asegurado, subrayando la importancia de “orar para que sigamos lo que Jesús nos enseñó: servir en lugar de ser servido”. “No siempre lo hago”, ha reconocido, “pero lo intento”.
“Rezo para mantener la fe”, continuó Biden. “Esa misma promesa de Estados Unidos, creer que no hay nada que no podamos hacer, donde cada persona es creada igual a la imagen de Dios, sin importar de quién o de dónde venimos, quiénes somos, o de qué color, o cómo elegimos orar, o si elegimos orar o no”, señaló, ya que “todos merecen ser tratados por igual a lo largo de sus vidas”.
Así, Biden ha reconocido que “una de las razones por las que otros países a veces piensan que somos arrogantes es que creemos que todo es posible”, pero “la fe en el pueblo estadounidense demostrará todos los días que somos una gran nación porque, en el fondo, somos un buen pueblo que hace cosas malas cuando se asusta”.
Seres humanos imperfectos
En este sentido, el presidente de Estados Unidos recordó que “san Agustín escribió que ‘un pueblo era una multitud definida por un objeto común de su amor’”. “Creo que los objetos comunes de nuestro amor que nos definen como estadounidenses son la oportunidad, la libertad, la dignidad, el respeto, el honor, el servicio, la verdad, cosas que todos reconocen tanto aquí como en todo el mundo”, aseveró.
Biden ha recordado también como, hace tres semanas, un hombre armado ingresaba a una sinagoga en Colleyville, Texas, y tomaba como rehenes a cuatro fieles, incluido un rabino, durante 11 horas. “Pero la violencia y la venganza no traspasaron la bondad y la gracia de esa escena”, dijo. “A los heroicos agentes del orden se unieron líderes religiosos locales, incluido un imán y un ministro bautista que ofrecieron su ayuda, y una iglesia católica cercana abrió sus puertas para las familias de los rehenes”. Asimismo, “al atardecer, un grupo de mujeres musulmanas, amigas de la esposa del rabino, entró con una de las comidas favoritas de este. Se abrazaron y lloraron”.
“Gracias a la valentía de los rehenes y de los agentes del orden, los rehenes escaparon sanos y salvos y las familias se reunieron”, relató Biden, quien reveló haber tenido “una larga conversación” con el rabino. “Fue interesante escucharlo describir la escena y cómo importaba la fe: ya sea que estés en una sinagoga, una iglesia, una mezquita o un templo, ya seas religioso o no, todos somos seres humanos imperfectos, haciendo nuestro mejor esfuerzo”. “Eso es América”, subrayó el presidente. “De la oscuridad encontramos alegría, esperanza y luz”.
Por ello, el presidente recordó que “en lugar de separarnos, la fe puede unirnos. Porque todas las grandes religiones confesionales tienen las mismas creencias básicas fundamentales: no solo fe en un poder superior, sino fe en vernos como debemos: no como enemigos, sino como vecinos; no como adversarios, sino como compatriotas estadounidenses”.
“Tenemos una oportunidad”, finalizó Biden. “Tenemos una oportunidad de hacer que la esperanza y la historia vayan de la mano, porque el resto del mundo nos está mirando”.