Uno de nuestros coreógrafos y bailaores más respetados, Eduardo Guerrero, acaba de estrenar espectáculo bajo la producción de El Corral de la Morería. El artista, ante quien se rindió el Teatro Bolshói de Moscú, nos deleita con un flamenco de vanguardia desde la raíz a ritmo de tarantos y maravillosamente vestido por Palomo Spain. Podremos disfrutar de ‘Origen’ en Madrid hasta el 28 de febrero.
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PREGUNTA.- ¿Qué es ‘Origen’?
RESPUESTA.- Es ese cambio que necesitamos dentro de nosotros. Encontrar nuestro centro, nuestro propio origen, allí donde reside la raíz y lo hermético. A partir de ese punto, le aplicamos la vanguardia con coreografías más frescas y dinámicas. En pocas palabras: visitar la tradición para jugar y amancebarnos con ella porque el mundo cambia y se expresa de otra manera.
Tradición y riesgo
P.- ¿Por qué El Corral de la Morería está considerado el mejor tablao flamenco del mundo?
R.- Porque ha sido y es el centro de la tradición y, al tiempo, del riesgo y la vanguardia. Por allí han pasado infinidad de artistas que han hecho una importantísima labor de valentía y transgresión. Eso, por no hablar del maridaje y la fusión que han establecido entre gastronomía y arte. (…)
P.- ¿Cómo es su ‘flamencura’?
R.- Esto es como cuando colocas la batidora y echas todos los productos dentro para un buen guiso y funciona. Me he formado con gente muy grande (Aida Gómez, Eva La Yerbabuena, Antonio Canales, Rocío Molina, el Ballet Nacional de España, Javier Latorre o Rafael Aguilar) y todo ello queda dentro de mí, late en mi origen para subirme al escenario y trasladar mi emoción sin máscaras y sin complejos.
Creer en algo
P.- ¿Es un hombre de fe?
R.- Algo existe, desde luego. No sé ni qué será, pero antes de salir al escenario me persigno y hablo con mi abuela que fue la primera persona que me regaló unos zapatos de baile. ¿Dónde está? No lo sé, pero seguro que es un lugar sagrado y maravilloso, por eso me tranquiliza antes de salir al escenario con ilusión y seguridad. Hay que creer en algo, la vida está para eso. No se puede vivir sin tener una creencia. Que cada uno elabore lo que quiera si es que eso le ayuda… yo no quiero ser portavoz de una única idea. Pero que aquello en lo que creamos, sea salvador para cada uno y le ayude y consuele.