Con “impotencia” y una honda tristeza, el misionero salesiano Alejandro León, venezolano que ejerce de responsable de la congregación en Oriente Medio, habla con Vida Nueva desde una Alepo marcada por una de las páginas más tristes de su historia. Y eso que ya es decir en un país, Siria, que lleva 12 años bajo la cruz de la guerra civil.
Pero con lo de esta madrugada no contaban: un terremoto con epicentro en el sur de Turquía y que ha sido tan devastador que ha zarandeado el norte y el centro de la nación siria. En uno de los peores seísmos en ocho siglos, se teme que los muertos superen los 1.500 muertos entre ambos países.
Apenas unas horas después, León señala que “ha habido dos terremotos muy fuertes, sucedidos por muchas réplicas, por lo que lo hemos sentido como uno muy largo y que nos ha hecho mucho daño. Como las estructuras estaban muy dañadas por la guerra, todo el mundo está en la calle, alejándose de todos los edificios a partir de cuatro alturas”.
En un clima de “miedo y pánico general”, todos temen que lo peor aún pueda estar por venir: “Hay proyecciones de que haya más réplicas, por lo que nadie se atreve a volver a casa para comprobar cómo está”.
El propio hogar de los salesianos en Alepo, como no se ha visto especialmente afectado, se ha convertido “en un punto de referencia para quienes acuden a nuestras iglesias y ya acogemos a 150 personas, aunque el número no para de crecer por momentos”. Ante el frío imperante y puesto que mucha gente salió de sus casas con lo puesto, “lo que estamos priorizando en la atención es tratar de hacernos con colchones y con comida”.
De cara a la posible ayuda exterior que pueda estar por venir en los siguientes días y semanas, León reitera que “la vía más segura y transparente para apoyarnos es a través de Misiones Salesianas”.
El propio León afronta este trance como una prueba más de amor incondicional por el pueblo en el que se ha encarnado: “Cuando estudiaba teología en Italia, desde 2007, venía cada verano a Siria a trabajar con los jóvenes a los que acompañamos los salesianos. Desde entonces estoy enamorado de esta gente. A los cuatro meses de estallar la guerra, en 2011, yo me ordené y me pidieron elegir destino: no lo dudé y vine a Siria. Sabía que tenía que estar al lado de quienes me necesitaban”.
“Configurado con un pueblo que me ha dado mucho”, el misionero venezolano valora que “los sirios me han enseñado a amar a Dios y al hermano. Aquí, con ellos, se ha reforzado mi fe”.
De ahí su dolor en estas horas tan difíciles: “Hemos padecido la guerra y la explosión de hace unos años en Beirut también tuvo unas consecuencias muy graves en nuestra economía… Y ahora nos llega un terremoto… Es difícil, pero no nos rendimos. Personalmente, no tengo miedo. Estoy sereno y sé que doy todo lo que puedo”.
Se puede apoyar a las víctimas del terremoto a través de Misiones Salesianas y en las siguientes cuentas:
ES69 0049 2710 77 2814107477 (Banco Santander).
ES07 2100 3478 37 2200008614 (La Caixa).
ES59 0182 7594 39 0208612837 (BBVA).