Un terremoto de 7,8 en la Escala de Richter ha sacudido esta madrugada el sur de Turquía y el noroeste y en centro de Siria. Las peores previsiones hablan de muchos cientos de muertos. Y ya hay quienes hablan de más de mil…
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En declaraciones a la italiana agencia SIR, Bahjat Elia Karakach, religioso de la Custodia de Tierra Santa y párroco latino de Alepo, describe un panorama apocalíptico tras un seísmo que ha tenido como epicentro la provincia de turca de Kahramanmaraş: “Hay escombros por todas partes. Los primeros informes que tenemos aquí hablan de al menos 36 edificios completamente destruidos, con personas que permanecen bajo los escombros”.
La gente, en pijama
En estas primeras horas, los supervivientes permanecen en la calle con lo puesto, con miedo de regresar a los edificios: “La gente salió a la calle en pánico. (…) Aquí llueve y hace frío; he visto gente descalza y ligera de ropa, en pijama, huyendo en busca de un lugar seguro”.
Por su parte, la comunidad cristiana ya se moviliza para atender a quienes lo necesitan: “En la parroquia hemos abierto locales en buen estado y ofrecido bebidas calientes y algo de comer. No hay luz, la situación es dramática. Esperamos que la ayuda llegue a todas partes. Y oramos para pedir la protección de Dios”.
“Confiamos en la ayuda internacional. Todos estamos en shock por lo que pasó. No bastaba la guerra, no bastaba la pobreza; ahora, el terremoto”, concluye, desolado, un Karakach que pide “quitar o suspender las sanciones a Siria, al menos para permitir y facilitar la llegada de ayuda humanitaria. Mucha gente estaba empezando a reparar sus casas destruidas por la guerra y, ahora, otra vez solo pueden recoger escombros. Es una gran tragedia. Pido que no nos abandonen al pueblo sirio”.
Los salesianos de Alepo
Misiones Salesianas comparte el testimonio de Alejandro León, responsable de la congregación en Oriente Medio. Desde Kafroun, cerca de Homs y de la frontera con Líbano, explica que “el terremoto se ha sentido muy fuerte y durante mucho tiempo”. Puesto que su hogar ha resistido bien, “algunas familias se refugiaron en nuestra casa de Alepo. Llegaron con lo puesto y las atendimos con ropa de abrigo y comida. Sus casas no se encuentran en buenas condiciones debido a la guerra y se sienten más seguros con nosotros”. El misionero salesiano, cuya comunidad de Alepo ha acompañado a las víctimas de la guerra desde el principio de la contienda civil, una década atrás, asegura que ahora también estarán junto a los que sufren, pese a la enorme dificultad añadida: “Aún no sabemos cómo nos organizaremos, pero, entre el frío, la nieve y la situación de muchos edificios después de casi 12 años de guerra, la población necesita ayuda urgente”. “Sabemos que hay muchos muertos y que muchos edificios se han derrumbado, así que, dentro de nuestras posibilidades, ofreceremos refugio, acompañamiento y la ayuda de emergencia con los bienes de primera necesidad que podamos ofrecer en estos primeros momentos”, concluye León.
La catedral, completamente destruida
En Turquía la situación es igualmente trágica, como explica, también a la agencia SIR, Paolo Bizzeti, vicario apostólico de Anatolia y presidente de Caritas Turquía: “La catedral de Iskenderun ha sido completamente destruida, se derrumbó. Pero, gracias a Dios, no hay muertos”. No ha sido el caso de Gaziantep, Kahramanmaras o el área de Antioquía, donde, “desafortunadamente, hay cientos de víctimas”.