En la madrugada de este pasado 6 de febrero, un terremoto de 7,8 en la Escala de Richter, con epicentro en la provincia de turca de Kahramanmaraş, devastó el sur del país otomano y el norte y el centro de Siria. Sus muchas réplicas (unas 300) y el hecho de que al poco le siguiera otro seísmo de 7,6 hizo que los temblores se sintieran en otros nueve países de Oriente Próximo, estando ante el peor terremoto en ocho siglos en la región. Aunque por desgracia los números no paran de incrementarse hora a hora, ahora se contabilizan más de 5.000 muertos, temiendo los expertos que se puedan superar los 20.000. Los heridos son decenas de miles y las estructuras derribadas son incontables, haciendo estragos en una Siria ya golpeada por 12 años de guerra civil.
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Pese a la honda ruptura entre ambos, agudizada por sus diferentes posturas ante la guerra en Ucrania, los representantes de las dos grandes ramas de la ortodoxia mundial, Bartolomé (patriarca ecuménico de Constantinopla) y Kirill (patriarca de Moscú), han compartido su pesar ante el terremoto que ha devastado Turquía y Siria.
Cartas a Erdogan y al patriarca Juan
En el caso de Bartolomé, ha abrazado especialmente a las víctimas de su país natal y, a través de sendas cartas al presidente otomano, Recep Tayyip Erdogan, y al patriarca de Antioquía, Juan, ha pedido que “las almas de las víctimas descansen en Dios” y que este “fortalezca a sus familias en su profundo luto”. También ha deseado “una pronta y completa recuperación de los heridos”, así como “un mayor refuerzo del trabajo de los equipos de rescate, del personal médico y de enfermería de los hospitales que atienden a los heridos”.
Kirill, en su carta a Erdogan (no ha escrito también a Bartolomé), ha mostrado su “dolor en el corazón” en “este momento de luto para todo el pueblo turco”. Tras ofrecer “mis más sinceras condolencias y mi apoyo a las familias de las víctimas, así como mis mejores deseos de pronta recuperación a los heridos”, ha pedido “a Dios misericordioso que fortalezca las fuerzas de los rescatistas, trabajadores de la salud y todas las personas solidarias que llevan a cabo su ministerio en los lugares de la tragedia”.