Europa

Ouellet en el Sínodo europeo: “Ojalá el dominio del hombre sobre la tierra fuera ecológico y no depredador”

“¿No estamos a veces tentados a interpretar la Palabra de Dios de manera contraria a lo que realmente dice?”, ha preguntado el prefecto emérito del Dicasterio para los Obispos





“Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Con esta cita del Génesis ha comenzado su reflexión en la fase europea del Sínodo de la Sinodalidad (que se celebra en Praga esta semana) el cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto emérito del Dicasterio para los Obispos.



“Esta visión bíblica que ahora se ofrece a nuestra fe, ¿no es un faro precioso para nuestros debates y discernimientos?”, se ha preguntado el purpurado, quien ha explicado, además, que si bien es cierto que la “dimensión espiritual del hombre y la mujer incluye una semejanza con Dios, conviene señalar que el ser humano es creado por Dios como varón y mujer, para una relación espiritual y corporal de amor entre el hombre y la mujer que los hace una sola carne”.

Así, en el “sed fecundos y fecundos, llenad la tierra y dominadla”, la imagen de Dios en el hombre “incluye a la pareja y su fecundidad”. “Es incluso el sentido primario de la imagen que funda el señorío del hombre sobre la creación, porque es por el poder del amor que los hace fecundos, que el hombre y la mujer se multipliquen, llenen la tierra y la dominen, ojalá este dominio fuera ecológico y no depredador, como desgraciadamente aparece en nuestros días como consecuencia del pecado”, ha aseverado.

“A la luz de Cristo Redentor, Verbo de Dios encarnado, esta antropología de la imagen de Dios en pareja adquiere una extensión prodigiosa en la figura del Nuevo Adán y la Nueva Eva, Cristo y la Iglesia, que traen el plan de Dios para hombre y mujer a su realización”, ha continuado el cardenal.

Interpretar la Palabra de Dios

Del mismo modo, acudiendo a la Constitución pastoral ‘Gaudium et spes’, Ouellet ha señalado que “el auténtico amor conyugal se asume en el amor divino y se hace fecundo por él de muchas maneras que dan gloria a Dios”. Un “gran misterio, como dice san Pablo”, que los hombres y las mujeres “no deben ignorar, traicionar o manipular egoístamente”, porque “el amor de Dios que se casa con el amor humano le confiere una participación en sus propiedades divinas: unidad, fecundidad, indisolubilidad”.

Se trata, de esta manera, de una participación que “fortalece, purifica y santifica el amor humano, multiplicando sus posibilidades de felicidad”. “Desafortunadamente”, ha matizado el cardenal, “el hombre pecador rehuye a menudo esta gracia y prefiere sus propias elecciones autónomas que lo desvían de los caminos de Dios”.

Por otro lado, Ouellet ha señalado que “en el evangelio de hoy, Jesús condena a los fariseos por su hipocresía respecto al mandamiento de Dios: Honra a tu padre ya tu madre”. “Los fariseos practican una interpretación que les permite despreciar la palabra de Dios por sus propios intereses egoístas, y el Señor se opone a esta mentalidad que afirma obedecer a Dios mientras actúa en contra de Su Palabra”, ha explicado.

“Esta advertencia también nos preocupa y nos interpela en nuestro trabajo para lograr una Iglesia más sinodal”, ha apostillado, preguntándose: “¿No estamos a veces tentados a interpretar la Palabra de Dios de manera contraria a lo que realmente dice?”.

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