El papa Francisco ha recibido hoy en audiencia a los miembros de la asociación amateur Deporte en el Vaticano, con motivo del 50 aniversario de su fundación. “Durante los diversos campeonatos, como cuando viajáis para eventos solidarios, estáis llamados a dar testimonio de vuestro vínculo con la Santa Sede”, ha dicho Francisco. Por ello, les ha animado a “leer la sana competencia como una actividad que puede contribuir a la maduración del espíritu”. En particular, el Papa ha esbozado las “tres reglas fundamentales para el deportista: entrenamiento, disciplina, motivación”.
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En cuanto a la primera, el entrenamiento, Francisco ha apuntado que “uno piensa inmediatamente en el esfuerzo, porque cuando entrena hay sudor, hay sacrificio, y en la base de esto está la pasión por el deporte”. “Una pasión libre, lo que se llama amateur, es la que expresa realmente el amor por una determinada actividad”. “Si existe esta actitud, la competencia es sana; de lo contrario, si prevalecen intereses de diversa índole, la competencia se arruina, a veces incluso se corrompe”, ha apuntado el Papa, recordando que “la afición es decisiva en el deporte”.
Capacidad de control
“Luego está la disciplina”, ha continuado Francisco, “que es un aspecto de la educación”. Así, “un atleta disciplinado no es solo aquel que sigue las reglas”, sino aquel que “quiere aprender”. “El verdadero deportista siempre trata de aprender, de crecer, de mejorar. Y esto requiere, de hecho, disciplina, es decir, la capacidad de controlarse, de corregir la impulsividad que todos tenemos. La disciplina permite entonces que cada uno haga su parte y que el equipo exprese lo mejor del conjunto”, ha explicado.
Por último, para el Papa es fundamental la motivación. “En una carrera, lo que da el empujón, lo que conduce a un buen resultado, es la motivación, es decir, una fuerza interior. La verificación no se hace sobre el resultado numérico, sino sobre cuán fieles y coherentes hemos sido a nuestro llamado”, ha aseverado.
