Gabriel Yai Kuol Arop es el director ejecutivo de Cáritas Sudán del Sur desde hace once años. Es decir, está al frente de la organización desde su creación, pues en 2011 se fundó tras la independencia del país. Desde entonces, están focalizados en métodos de prevención para frenar la epidemia de VIH o la preparación para desastres naturales y ayuda humanitaria ante las hambrunas y conflictos.
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Pero el principal desvelo de sus 15 trabajadores y el resto de voluntarios, que coordinan la labor social y asistencial de las seis diócesis del país, son las campañas que abogan por la paz y la reconciliación.
¿Ha ayudado la visita del Papa al proceso de paz? “Sí, ha ayudado mucho”, responde con rotundidad a preguntas de Vida Nueva. “Después de que en 2019 el Papa besara los pies de los líderes sursudaneses en Roma, incluido el presidente, su visita ahora les ha recordado el excelente ejemplo que Francisco les demostró entonces. Así saben que deben trabajar duro y traer la paz duradera al pueblo, y continuar implementando el Acuerdo”, recalca.
“Esta reunión con nuestros líderes ya trajo más paz a Sudán del Sur –continúa–, por lo que esperamos que la visita del Santo Padre traiga una paz duradera y que todos los demás grupos que aún no han firmado el Acuerdo se unan a sus hermanos y hermanas para que la gente disfrute de la paz y la seguridad y todos nos comprometamos con el desarrollo del país”.
Llamada al encuentro
Una vez el Papa ya ha abandonado el joven país, Kuol hace balance en conversación con la revista sobre esta histórica visita. “Los católicos han vivido este gran acontecimiento como una peregrinación. Lo demuestran por ejemplo los pequeños peregrinos de una escuela de Rumbek, pues los estudiantes, junto con el obispo de la diócesis, hicieron un viaje a pie durante nueve días hasta Yuba”, explica. Además, a su juicio, “los católicos también esperaban que la visita trajera bendición y unidad entre las comunidades cristianas”, así que objetivo cumplido.
Según el máximo responsable de Cáritas en el país, ellos están “haciendo todo lo posible para llevar a la población actividades de construcción de paz y reconciliación”, ya sea desde el deporte, los bailes culturales u otros eventos recreativos. Su misión no es otra que hacer cultura del encuentro en el día a día.