Como informa la Parroquia San Carlos Borromeo, en el barrio madrileño de Vallecas, acaba de fallecer, a los 80 años, el que fuera su legendario párroco, Enrique de Castro. Ordenado sacerdote en 1972, en un momento histórico marcado por el fin del franquismo y, a nivel eclesial, por la implantación del Concilio Vaticano II, tan complicada en nuestro país, se encarnó en los movimientos de base y abrió la parroquia a las clases más populares, promoviendo sus conocidas “misas participadas”, en las que, tras leer el Evangelio, invitaba a los fieles a manifestar su pensamiento sobre el mismo o, con total libertad, sobre las cuestiones que les preocuparan.
Consideradas sus celebraciones y el conjunto de su pastoral como subversivas por parte de las autoridades franquistas, numerosas presiones cayeron sobre el Arzobispado de Madrid, encabezado por el cardenal Tarancón, quien también dirigía la Conferencia Episcopal y era el hombre destinado por Pablo VI para liderar la aplicación del Concilio en España (así como el que, en lo político, ponía las bases eclesiales para la Transición que se avecinaba). Apoyado en su obispo auxiliar, Alberto Iniesta, la Iglesia local brindó su protección a Enrique de Castro y a su compañero Fernando Carracedo.
Con todo, hubo momentos de crisis en los que ni la protección eclesial evitaron el hostigamiento del régimen contra los sacerdotes. Así, en 1975, el año en que falleció el dictador, la policía le arrestó en su casa y fue interrogado bajo torturas en la sede de la Brigada Político-Social, en los sótanos de la actual sede de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol. Pudo salir gracias a la mediación del cardenal Tarancón.
Con la llegada de la democracia, la presión política cesó. Pero, en los años siguientes, en los que a nivel eclesial se impuso un modelo en el que se ponían en cuestión principios básicos del propio espíritu conciliar, la parroquia de Entrevías fue vista con indisimulada hostilidad desde distintos ámbitos, externos e internos. Y eso que su acompañamiento a las víctimas de la droga, en un momento, los 80, en los que la heroína devastaba familias enteras, era aplaudido por una mayoría de la sociedad.
El mayor choque se dio en 2007, cuando el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, optó por reconvertir la Parroquia San Carlos Borromeo en un centro pastoral centrado principalmente en su dimensión social. Eso sí, era una decisión salomónica, pues mantenía todas sus atribuciones, pudiendo ofrecerse todos los sacramentos a los fieles.
En esa época, junto a los muchos ciudadanos que empezaron a frecuentar sus misas, varios personajes conocidos, como los políticos José Bono y Pedro Zerolo, los actores Willy Toledo o Javier Gutiérrez, o el cómico Leo Bassi, mostraban su apoyo a Enrique de Castro y a sus entonces compañeros, Javier Baeza y José Díaz Ortiz.
Pese a confirmarse la noticia hace una hora, las repercusiones a la muerte de Enrique Castro no se han hecho esperar y han llegado de distintos ámbitos. En el político, la mayoría han llegado desde la izquierda. Así, Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos, ha escrito en Twitter: “La que va a liar en el cielo… Un enorme abrazo, Enrique”. Íñigo Errejón, diputado de Más País, se ha sumado al homenaje: “Gracias por lo que has dejado a tu paso. Abrazo enorme”.
Mónica García, portavoz de Más Madrid, ha manifestado que estamos ante “una enorme pérdida”. Alejanda Jacinto, candidata de Podemos a la Asamblea de Madrid, o Emma López, diputada madrileña del PSOE, también han ofrecido su “sentido pésame” a la familia. Carolina Alonso, portavoz de Unidas Podemos en la Asamblea de Madrid, ha tuiteado: “Qué pena. Que la tierra te sea leve”.
Rita Maestre, candidata a la Alcaldía de Madrid por Más Madrid, ha escrito un emocionado mensaje: “Hay pocas personas imprescindibles en el mundo. Enrique de Castro lo es. El vacío que deja su muerte nada podrá rellenarlo. Su trabajo sigue germinando en las calles de Madrid. Esta ciudad siempre estará en deuda con él”.
Pablo Iglesias, fundador y ex líder de Podemos, ha escrito otro sentido homenaje: “Conocí a Enrique de Castro en acciones de desobediencia civil. Como nunca iba vestido de cura, se llevaba los palos igual. No creía en el sacerdocio, pero, si los santos existieran, Enrique sería uno de ellos. Que la tierra te sea leve, compañero”.
Desde la cultura, el primero en manifestarse ha sido el director de cine Fernando León de Aranoa: “Una referencia para mucha gente. No le olvidamos”.