El papa Francisco ha rezado, un domingo más, la oración del ángelus con los fieles presentes en la Plaza de San Pedro. El pontífice pidió dejarse tocar el corazón por las situaciones del mundo, como las víctimas que ha dejado el terremoto de Siria y Turquia, o el sufrimiento de la guerra o de la falta de libertad que se vive en Ucrania o del ciclón que ha asolado una parte de Nueva Zelanda. El Papa pidió que “nuestra caridad sea atenta y concreta”.
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La lógica del amor de Dios
Comentado en evangelio del día, el final de las antítesis del sermón de la montaña en las que Jesús predica el amor a los enemigos, el Papa destacó la exigencia de unas palabras paradójicas al proclamar ese amor a los enemigos. “Jesús nos provoca” preguntando dónde está lo extraordinario si se ama solo a los amigos. “Nosotros procuramos tenerlo todo bastante en orden y bajo control”, aseguró el Papa, “buscando evitar las desilusiones somos generosos con quien nos trata bien”. Este equilibrio, advirtió el pontífice, “no es critiano”. La lógica de Jesús, la “esperanza de salvación”, va más allá.
Jesús nos exige “abrirnos a lo extraordinario de un amor gratuito” más allá de nuestros cálculos, apuntó el Papa. Jesús ha abrazado la cruz por nosotros, ha ido lejos a buscarnos, reforzaba el pontífice. Para Francisco Dios nos ama porque somos pecadores, porque su amor es en exceso, más allá de los cálculos. “Solo así lo podremos testimoniar” cando más allá de la balanza de los cálculos o del recibir nada. De esta manera se apagan los conflictos y “se curan las heridas del odio”. Esta es, insistió, la “lógica de la gratuidad” que “no es fácil pero es posible” gracias a Dios que nos envía su Espíritu Santo.