Entrevistas

Gerard Villalonga: “Si no somos discípulos misioneros, no somos nada”





Gerard Villalonga (Mahón, 1958) es el nuevo obispo de Menorca. El hasta ahora administrador recibió el 14 de febrero el encargo del Papa de pastorear la diócesis insular, en sede vacante desde que el 12 de marzo tomara posesión Francisco Conesa como obispo de Solsona. Villalonga estudió Magisterio y trabajó en colegios públicos como profesor de lengua, inglés y religión antes de ingresar en el seminario durante el servicio militar. Horas después de oficializarse su nombramiento y ya sabiendo que será ordenado el 22 de abril, charla con Vida Nueva sobre su nueva misión.



PREGUNTA.- ¿Qué significa para el Pueblo de Dios menorquín contar con un obispo de casa?

RESPUESTA.- Las reacciones han sido de mucha alegría. Supongo que por la continuidad, pero una continuidad en movimiento, al ritmo de la Iglesia.

P.- Ha sido elegido dos veces, por unanimidad, administrador. Se hará fácil empezar sabiendo que cuenta con respaldo…

R.- Soy una persona cercana. De lema he escogido una frase de san Pablo: ‘Hacer la verdad con el amor’. Desde hace 37 años que soy sacerdote he procurado, con mis limitaciones humanas, hacer realidad esta frase. Francisco, con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones, ha publicado su tradicional mensaje en el que habla de esta caridad y de esta verdad. Dice que debemos proclamar la verdad, aunque resulte incómoda, pero siempre con caridad y con amor, nunca ofendiendo a nadie. Hemos de buscar la manera de proponer el Evangelio con esa suavidad y dulzura, y a la vez con firmeza.

Maestro o cura

P.- En su carta a la diócesis cita este mensaje del Papa. Además, es miembro del consejo de administración de la editora de ‘Diari Menorca’. ¿Vocación periodística frustrada?

R.- Estoy muy unido a este diario de información general, del que el Obispado tiene parte del accionariado, porque un sacerdote lo adquirió con sus bienes familiares y luego lo donó a la Iglesia. Soy miembro del consejo de administración desde hace 21 años y vivo muy de cerca el trabajo de los periodistas. Estoy muy interesado en este hacer que verdad y caridad vayan siempre unidos. Pero no, no soy una vocación periodística frustrada.

De pequeño me preguntaban qué quería ser y yo siempre decía: maestro o cura. Primero fui maestro y luego cura, lo demás ha venido sobrevenido. El ser maestro me ha ayudado mucho en la vida. Mi vocación sobrevenida que me apasiona es el derecho canónico, porque el obispo me envió a estudiar a la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde tuve la suerte de tener grandes maestros que me ayudaron mucho en mi maduración intelectual y en la manera de situarme ante la Iglesia y ante el mundo.

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