“Francisco es el Papa de la reforma, va directo al grano, se sitúa a ras del suelo, de la realidad”. Es el balance que realiza el obispo auxiliar de Barcelona, Sergi Gordo, cuando están a punto de cumplirse diez años del pontificado de Jorge Mario Bergoglio.
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El prelado presidió esta tarde un coloquio en Barcelona organizado por el Observatorio Blanquerna que analizó la impronta comunicativa del pontífice argentino. Le acompañaron el vaticanista de Vida Nueva, Antonio Pelayo, la directora de la edición española de L’Osservatore Romano, SIlvina Pérez, y la directora de Observatorio Blanquerna, Miriam Díez Bosch. La mesa redonda se organizó con la colaboración de Vida Nueva, Catalunya Religió, la Fundació Joan Maragall y Banco Sabadell.
Crisis y oposición
La presentación corrió a cargo de la directora adjunta del Observatorio, Alba Sabaté, que presentó a Francisco como “el Papa del diálogo y del discernimiento, de una Iglesia en reforma interna y, a la vez, en salida”. “Crisis y oposición son términos clave en este decenio”, añadió Sabaté.
“Es un Papa de la reforma”, aseveró Gordo, al que eligió por “sus imágenes plásticas” como comunicador, desde el icono del Buen Samaritano hasta conceptos como el de ‘callejear’. “Su discurso no es etéreo, sino que habla directamente al corazón”, enfatizó.
El obispo auxiliar defendió la hondura de los mensajes papales que consigue materializar en la coloquialidad. “Nada volverá a ser igual que antes”, explicó sobre esta década del que aplaudió como el Papa de los gestos, de la periferia, de la humanidad, de la transparencia, de la colegialidad, del tú a tú…
Un nuevo modo de ser
Antonio Pelayo, por su parte, elogió de Francisco su “nuevo modo de de ser Iglesia y acabar con la corte papal”, puesto que, entre otras cosas, pasa por una reforma curial que pretende “sepultar la papolatría, un objetivo muy ambicioso”.
A partir de ahí, el corresponsal de Vida Nueva en Roma apreció el esfuerzo de Francisco por hacer realidad una Iglesia “sinodal, colegial, de la escucha recíproca” con un empeño en ser una comunidad católica “pobre y para los pobres”.
Durante su intervención, Pelayo también subrayó que la elección de Bergoglio como Papa fue “una sorpresa relativa”, en tanto que el que fuera cardenal de Buenos Aires fue algo más que una alternativa menor a la candidatura de Joseph Ratzinger en el cónclave de 2005.
La sorpresa papal
“Francisco sigue siendo hoy una sorpresa”, compartió Silvina Pérez, que, al repasar esta década apuntó cómo su elección misma supo “un éxito de credibilidad” en medio de las crisis que asedian a la Iglesia como la pederastia. “La cercanía del Papa argentino rompe, sin buscarlo, con la distancia percibida durante el pontificado de Benedicto XVI”, expuso. A la par, definió a Bergoglio como “un sujeto capaz de influir en las agendas políticas, sociales y mediáticas de sus contemporáneos”, con capacidad de introducir temas en principio ignorados por las agendas globales como las migraciones.
“Su capacidad comunicativa intrínseca nos hace hablar de fenómeno Francisco: ha devuelto a la comunicación su raíz participativa. La comunicación para él es lo que se comparte: no se transmiten mensajes sino que se comparte un sentido, su visión semiótica de la vida”, desarrolló Pérez. En definitiva, para la periodista argentina, Bergoglio “no es un héroe aislado ni un mero visionario”, sino “la encarnación de la institución, pero renovada”.
Al clausurar el diálogo, Miriam Díez comentó que “este Papa sabe conectar muy bien con la gente de afuera y con reticencias ante los más conocidos con unas nostalgia de un Papa más doctrinal y eurocéntrico”. “Está llamando a los católicos a salir del caparazón, donde quizá estábamos demasiado cómodos”, remató.