Este Miércoles de Ceniza, en la audiencia general en San Pedro, el papa Francisco ha recordado que, “pasado mañana, 24 de febrero, se cumplirá un año de la invasión de Ucrania”. Doce meses de “esta guerra absurda y cruel”, por lo que estamos ante “un triste aniversario”.
Para Bergoglio, “el balance de muertos, heridos, refugiados, aislados, destrucciones, daños económicos y sociales habla por sí solo”. Así, emocionado, ha pedido prosiguió “que el Señor perdone todos estos crímenes y toda esta violencia: Él es el Dios de la paz”.
Permaneciendo “junto al atormentado pueblo ucraniano, que sigue sufriendo”, el Papa ha preguntado en voz alta: “¿Se ha hecho todo lo posible para detener la guerra?”. Posteriormente, ha hecho “un llamamiento a quienes tienen autoridad sobre las naciones para que hagan esfuerzos concretos para poner fin al conflicto, alcanzar un alto el fuego e iniciar negociaciones de paz. Lo que se construye sobre escombros no puede ser nunca una verdadera victoria”.
Además, el Pontífice ha continuado con su catequesis semanal. En este caso, ha reflexionado sobre “la pasión de evangelizar” y “el celo apostólico”. Porque, para Bergoglio, “evangelizar no es decir: ‘Mira, blablabla’, y nada más; hay una pasión que lo implica todo: la mente, el corazón, las manos, el ir… Todo. Toda la persona está implicada en esto de anunciar el Evangelio, y por eso, hablamos de la pasión de evangelizar”.
Teniendo claro que Jesús es “el modelo y el maestro del anuncio”, también son un espejo en el que mirarse “los primeros discípulos”. Los mismos, por mandato del maestro, debían “estar con Él e ir a predicar”. Para el Papa, esto no es contradictorio: “Uno diría: o lo uno o lo otro, o se quedan o se van. Pero no: para Jesús no hay ir sin quedarse y no hay quedarse sin ir. No es fácil entenderlo, pero es así”.
Y es que “el anuncio nace del encuentro con el Señor; toda actividad cristiana, especialmente la misión, parte de ahí. No se aprende en una academia: ¡no! Parte del encuentro con el Señor. Dar testimonio de Él, de hecho, significa irradiarlo; pero, si no recibimos su luz, nos apagaremos; si no lo atendemos, nos llevaremos a nosotros mismos en lugar de a Él y todo será en vano”.
Por eso, “quien no está con Él no puede llevar el Evangelio. Llevará ideas, pero no el Evangelio”. Y, al revés, “no hay ser sin ir. De hecho, el seguimiento de Cristo no es un hecho intimista: sin anuncio, sin servicio, sin misión, la relación con Jesús no crece”.
Algo que debe brotar con naturalidad, sin perder de referencia que la formación es continua: “Observamos que el Señor envía a los discípulos antes de haber completado su preparación: poco después de haberlos llamado, ¡ya los envía! Esto significa que la experiencia de la misión forma parte de la formación cristiana”.
Al enviarlos, como se lee en Mateo 10, “el anuncio” se estructura, según Jesús, en tres aspectos: “Por qué anunciar, qué anunciar y cómo anunciar”. Sobre el primero, Francisco destaca que “la razón está en cinco palabras de Jesús, que nos hará bien recordar: ‘Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis’. (…) El anuncio no parte de nosotros, sino de la belleza de lo que hemos recibido gratuitamente, sin méritos: encontrar a Jesús, conocerlo, descubrir que somos amados y salvados. Es un don tan grande que no podemos guardarlo para nosotros”.
Respecto al segundo aspecto, el Papa entiende que “la cercanía es una de las cosas más importantes de Dios. Hay tres cosas importantes: la cercanía, la misericordia y la ternura. No olvidéis esta. ¿Quién es Dios? El Cercano, el Tierno, el Misericordioso. Esa es la realidad de Dios”.
Además, hay que tener en cuenta que “acoger el amor de Dios es más difícil porque siempre queremos estar en el centro, queremos ser protagonistas, somos más proclives a hacer que a dejarnos moldear, a hablar más que a escuchar. Pero, si lo que hacemos es lo primero, seguiremos siendo los protagonistas. En cambio, el anuncio debe dar la primacía a Dios, Dios en primer lugar, y dar a los demás la oportunidad de acogerle, de darse cuenta de que está cerca. Y yo, detrás”.
Sobre cómo proclamar, Bergoglio reclama que “es el aspecto en el que más se detiene Jesús: cómo anunciar, cuál es el método, cuál debe ser el lenguaje para anunciar; es significativo: nos dice que la manera, el estilo es esencial en el testimonio. Testificar no implica solo la mente y decir algo, conceptos: no. Implica todo: mente, corazón, manos, todo; los tres lenguajes de la persona: el lenguaje del pensamiento, el lenguaje del afecto y el lenguaje del trabajo”.
Porque “no se puede evangelizar solo con la mente o solo con el corazón o solo con las manos. Todo implica. Y, en el estilo, lo importante es el testimonio, como Jesús quiere que hagamos”.
Enviados “como ovejas en medio de lobos”, Dios “no nos pide que seamos capaces de enfrentarnos a los lobos, es decir, que seamos capaces de argumentar, contraargumentar y defendernos: no. Pensaríamos así: hagámonos relevantes, numerosos, prestigiosos, y el mundo nos escuchará y nos respetará y venceremos a los lobos: no, no es así. No, os envío como ovejas, como corderos: eso es lo importante. Si no queréis ser ovejas, el Señor no os defenderá de los lobos. Organizaos como podáis. Pero, si sois ovejas, tened por seguro que el Señor os defenderá de los lobos”.
“Humildes, mansos e inocentes, dispuestos al sacrificio”. Así es como el Señor quiere a sus discípulos…. “Y Él, el Pastor, reconocerá a sus corderos y los protegerá de los lobos. En cambio, los corderos disfrazados de lobos son desenmascarados y mutilados”.